viernes, 26 de febrero de 2010

PERSONAS CON BULA ESPECIAL

Es un hecho que hay personas que nacen con estrella y otras muchas, las más numerosas, nacen ya estrelladas y con la obligación de contribuir a que las de la estrella puedan llevar una vida cómoda y placentera. A las personas que han nacido con estrella no les alcanza la maldición de Yahveh Dios, en los albores de la humanidad, por su desobediencia, tal como recoge el Génesis:”maldito sea el suelo por tu causa; con fatiga sacarás de él alimento todos los días de tu vida”. Y “Con el sudor de tu rostro comerás el pan”.
Es un hecho evidente que Cándido Méndez e Ignacio Fernández Toxo, secretarios generales de la UGT y CC.OO, han vendido su alma al diablo para convertirse en algo así como asesores áulicos de Zapatero o vicepresidentes en la sombra de un Gobierno que nos lleva directamente a la ruina. Ambos dirigentes sindicales compiten entre sí para ver quien saca mayor tajada del erario público, a base de subvenciones y otras mamandurrias inconfesables. Estas dos centrales sindicales forman claramente un colectivo que se las apaña para ganar el pan, no con el sudor de su frente, como sería lógico, si no con el sudor de los de enfrente. Se trata de un grupo sociológico, con una u otra orientación cultural y política determinada, que se presentan como una casta al estilo hindú. Se consideran salidos de la boca de Brahmā, y, por lo tanto, tienen todo el derecho del mundo a vivir a costa de las castas inferiores, los esclavos y los parias.
Es un hecho palmario que los dirigentes sindicales de la UGT y CC.OO, han sido admitidos al muy bien aprovisionado pesebre estatal por nuestro presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero. Ellos, a cambio, procuran no hacer mucho ruido y transigir con cualquier ocurrencia que alumbre el jefe del Ejecutivo. Y como han sido sumamente dóciles, olvidándose incluso su función prioritaria, la defensa de los trabajadores, han sido alabados públicamente por Zapatero. Ni Cándido Méndez ni Ignacio Fernández Toxo han tenido el más mínimo gesto de protesta por la brutal destrucción de empleo en España, como consecuencia de la desastrosa política económica de Zapatero. Es mucho el dinero que hay en juego y no quieren correr el riesgo de perderlo.
Para disimular ante los ojos atónitos de los trabajadores, posiblemente en connivencia con Zapatero, realizan una manifestación fantasma el día 23 de febrero, en varias provincias de España. Se trata, según dicen, de una protesta formal contra un supuesto del Gobierno, el llamado “pensionazo” que no pasó de ser más que un simple globo sonda, que Zapatero ya se había encargado de retirar. Que esta manifestación estaba bien vista por el Ejecutivo, lo demuestra el hecho de que algún miembro destacado del PSOE, como Isabel López i Chamosa, prometió asistir a la misma.
Más que de una manifestación formal contra el Gobierno, se trató simplemente de lavar la cara de los responsables sindicales y del propio Gobierno. Los discursos mismos de ambos líderes sindicales lo atestiguan. Los ataques verbales de la traca final, más que contra el propio Gobierno, fueron dirigidos contra la oposición, haciendo blanco de los mismos a Mariano Rajoy, por no “arrimar el hombro” en la lucha contra la crisis. Zapatero no necesitó ayuda para imponer la Ley de memoria Histórica, y sacar adelante la nueva Ley del aborto. Si tuviera voluntad y ganas de solucionar el problema, no necesitaría de la ayuda del Partido Popular para arbitrar las medidas estructurales precisas para salir de esta crisis, cuyo único responsable, a estas alturas, no es nada más que él, aunque con la complicidad evidentemente culpable de UGT y CC. OO.
No es de recibo que estas centrales sindicales, sin el menor escrúpulo, se olviden de las miserias que arrostran los trabajadores con complicaciones para encontrar un empleo, y bailen al son de las subvenciones; y menos en una época de recesión como esta. Hasta es muy posible, si es verdad lo que se cuenta en La Gaceta ese mismo día 23 de febrero, que se echen a la calle, disfrazados de condotieros, para exigir a los trabajadores que suscriban algún Fondo Privado de Pensiones, ya que, de alguna manera, están embarcados en este tipo de negocio.
Aparte de la carga que representa el dinero que estas organizaciones se llevan crudo de las arcas públicas, estas centrales sindicales tienen abiertos también otros comederos tan escandalosos como el proporcionado por Zapatero. Son miles y miles los sindicalistas liberados que, en circunstancias críticas como estas, sangran sin piedad a sus empresas. Y si, para mantenerse, la empresa necesita reducir costos y se ve obligada a aplicar algún Expediente de Regulación de Empleo, no son los liberados los primeros en irse a la calle. ¡Hasta ahí podíamos llegar! Los primeros en coger el petate serían los otros, los que siempre han estado dando el callo, tratando de mantener la productividad de la empresa. Y lo que es más escandaloso, los sindicatos cobrarían además por negociar o pactar las condiciones del ERE. ¡Que no me digan que esto no es vivir del cuento!

Gijón, 25 de febrero de 2010

José Luis Valladares Fernández

lunes, 22 de febrero de 2010

EL CONSENSO QUE QUIERE ZAPATERO

En la mañana del pasado miércoles, día 17 de febrero, Zapatero se vio obligado a someterse en el Congreso a una sesión de control por parte de los otros grupos políticos. La sesión, al menos en el mano a mano con Mariano Rajoy, fue extremadamente dura y puso de manifiesto que tenemos crisis para rato.
Comenzó su discurso Zapatero con las mismas vaguedades que ha venido utilizando desde que, en 2008, reconoció que nuestra economía estaba en crisis. Trató de quitar hierro a la preocupante situación de nuestras cuentas públicas, con frases como esta: “La evolución de la crisis en España no difiere mucho, hasta el momento, de la del conjunto de la zona euro”. En todo su discurso, dulcificó en exceso los problemas que nos acucian y procuró mostrar siempre la botella medio llena.
Pasó revista a varios datos negativos de nuestra economía, pero siempre disimulando los perfiles más duros de los datos estadísticos. En el año 2009, dijo, tuvimos un crecimiento negativo de 3,6%. Sin embargo, añadió, en el último trimestre de ese año, en términos inter trimestrales, ese crecimiento solamente fue del -0,1%, dato que, según dijo, entra dentro de las previsiones del Gobierno. Es aquí, donde aparece de nuevo el optimismo antropológico de Zapatero, y señala que esto es una señal clara de que la situación evoluciona lentamente hacia un menor deterioro. Esto le lleva a pensar, según manifiesta, que estamos dando pasos seguros, de manera muy clara hacía la recuperación definitiva.
Hasta en cuestión de deuda pública, afirmó, no estamos tan mal. La deuda pública de España en 2009 alcanzó la cifra, según Zapatero, del 54,3% del PIB. Cantidad notable, pero inferior a la media europea en unos 20 puntos. Para el presidente del Gobierno, esta es una cifra bastante asumible a la que podemos hacer frente sin grandes complicaciones. Y aduce como argumento que solamente vence el 21% en el presente año y que apenas llega al 30% la deuda que está en manos extranjeras.
Los únicos datos que han superado a las previsiones del Gobierno, es el déficit público y el paro. El déficit público en 2009 alcanzó el 11,4% del PIB, dos puntos por encima de lo que había previsto el Gobierno. Pero esto tiene fácil explicación y se debe, según Zapatero, a tres causas muy concretas y perfectamente planeadas. La primera se debe al “esfuerzo extraordinario y deliberado de inversión pública que hemos hecho para contener la recesión”. La segunda, “en el esfuerzo no menos extraordinario y deliberado de gasto social para preservar la cohesión”. Y la tercera, por último, “en la caída superior a la prevista de los ingresos”.
En cuanto a la tasa de desempleo, utilizó la última Encuesta de Población Activa y reconoce la diferencia notable de nuestra situación con los demás países de la zona euro. Ese 18,8% de parados a finales de 2009 –la realidad es muy diferente-, confesó Zapatero, representa ya el doble de la media europea. Este quiere decir, continuó el jefe del Ejecutivo, que en los dos últimos años se han perdido 1.800.000 puestos de trabajo. Claro que, para este preocupante dato, también encuentra Zapatero una causa lógica que disculparía al Gobierno: el alto índice de temporalidad del mercado de trabajo, por un lado y, por otro, el brusco ajuste del sector de la construcción.
Está muy claro que José Luis Rodríguez Zapatero, más que analizar nuestra situación económica real, trató de lavar la cara del Gobierno, huyendo de toda responsabilidad personal. La realidad es muy distinta a como la pintó Zapatero el pasado día 17 de febrero. Ahí están, para demostrarlo, las últimas estimaciones del Banco de España, mucho más pesimistas y más acordes con la realidad que las que ofrece nuestro Gobierno. Según el Banco de España, de modo un tanto optimista, señala una contracción del 0,5% del PIB para el año 2010, frente al 0,3% que pronostica el ejecutivo. El Fondo Monetario Internacional es aún más pesimista que el Banco de España. El FMI augura para 2010 un descenso de la economía española del 0,6%. España, según estas previsiones, será la única de las economías desarrolladas que registrará una caída notable del PIB.
La evolución de la deuda pública en España tiene también muy mal pronóstico. Como mínimo, según el Banco de España, nuestra deuda crecerá, durante 2010, por encima de los 12 puntos situándose, al menos, en el 67% del PIB. Con independencia de las manos en que esté, cada vez será más complicado hacer frente a los vencimientos. Nos esperan años mucho más duros que lo que supone Zapatero. Pues debemos tener en cuenta que en España, además del Estado, las comunidades autónomas y los ayuntamientos, están con enormes deudas las familias, las empresas y hasta los bancos. Las alegrías de la época de las vacas gordas nos pasan ahora esta complicada y costosa factura.
La situación provocada por la insensatez de quien nos gobierna ha inducido a que las empresas reduzcan costes y cargas financieras, con lo que no queda margen para crear empleo. A finales de enero, según la EPA, teníamos 4.048.493 de desocupados. Esta cifra de paro representa el 18,8% de la población activa. Y Zapatero da por buenas estas cifras de desocupados. Pero una cosa son los datos oficiales, fijados de acuerdo con unos criterios interesados y muy poco fiables, y otra cosa muy distinta es la realidad.
La cifra oficial, por sí sola, es ya para echarse a temblar, pero la realidad es mucho más preocupante. A los 4.048.493 de trabajadores inscritos en las listas del INEM, habría que sumar, al menos, 455.845 parados más que Trabajo oculta en sus estadísticas. Son los trabajadores que participan en los cursillos del INEM y los Trabajadores Eventuales Agrarios. Esto nos daría un total de 4.504.338 personas que se han quedado sin trabajo, con lo que tendríamos una tasa de paro superior al 19,5%. Está claro que Celestino Corbacho aprovecha muy bien las genialidades de su antecesor Jesús Caldera para camuflar parados.
A estas cifras mareantes habría que añadir los demandantes de primer empleo, que no cuentan como parados, los autónomos que se han visto obligados a cerrar sus empresas, que son excluidos de esas listas y todos aquellos que, desmoralizados por la dificultad para encontrar un empleo, ya no se molestan en inscribirse en las oficinas del INEM. Es revelador el hecho de que en enero pasado solamente se inscribieran en las listas del paro 124.890 personas y, sin embargo, en ese mismo mes, causaron baja en la Seguridad Social 250.000 afiliados. Todo esto nos lleva a pensar que los parados reales sobrepasan abundantemente los 5 millones, lo que es para echarse a temblar.
De poco nos vale que, a estas alturas, Zapatero venga pidiendo árnica. Es un rehén de su propia ineptitud y son muy pocos los que le consideran capacitado para sacarnos de la recesión. La inmensa mayoría piensa que Zapatero, ante todo, es un pesado lastre para nuestra economía. Su mismo anuncio reiterado, desde hace más de año y medio, de que la recuperación económica es inminente, lo único que consigue es decepcionar aún más a los ciudadanos españoles. Son ya muchas las personas que han perdido la fe en las anodinas recetas de un Zapatero sin talante, sin sonrisas y sin credibilidad. “El tren del crecimiento está muy próximo”, según dijo al hacer el balance económico de 2009. Y se permitió agregar: “Si hacemos lo que debemos y se aplican con rigor todas las reformas en marcha, este tren aumentará su velocidad hasta adquirir la necesaria para recuperar la creación de empleo”.
Cuando Zapatero pronunció esta frase, aún creía en los milagros aunque no creyera en Dios. Ahora da a entender que dejó también de creer en los milagros y busca desesperadamente un pacto o un consenso para tener con quien compartir responsabilidades y salir de ésta lo menos tocado posible. Le agobia verse culpado en exclusiva por los males de nuestra economía. Hasta ahora pensaba que, de la noche a la mañana, cambiarían las tornas sin mayor esfuerzo y sin coste político alguno y entraríamos en la senda de la recuperación. Mientras pensaba esto, según decía, era imposible pactar nada con Rajoy por cuestiones puramente ideológicas. La gloria de la recuperación la quería para él solito. Ahora, sin embargo, cargado de desesperanza, la forma de pensar ya no le impide pactar con el líder del Partido Popular, ya que atisba que se acerca el tiempo de rendir cuentas y exigir responsabilidades. De forma dramática, pide la colaboración de Rajoy, más que para ayudar al Gobierno, para “ayudar al país”.
Ni que nos hubieran caído encima, todas juntas, las diez plagas de Egipto, con la llegada de Zapatero a la Moncloa. Su inoperancia y su espera a que le den resuelto el problema, nos ha hundido en lo más profundo de la recesión. Sus medidas anti crisis han sido meramente cosméticas y sin el calado necesario para poner freno a la destrucción de nuestro tejido industrial. De buscar corresponsables que lo haga entre los líderes sindicales que le acompañan en el desaguisado económico montado, y entre los responsables de su propio partido que lo único que sabe hacer es socializar pobreza y miseria.
De nada vale que Zapatero culpe de nuestros males a “aquellos que pusieron en el mercado créditos que no se podían sostener para especular y enriquecerse”. Y que llame irresponsable a Mariano Rajoy por que no “arrime el hombro”. No sirven de nada sus quejas de que se dude de “la solvencia de las cuentas públicas de España”. El único irresponsable aquí es Zapatero, ya que el deterioro de nuestra economía es tan monumental, que solamente tiene arreglo dando la palabra al pueblo. Si quiere poner la primera piedra a la recuperación, que deje a un lado su empecinamiento culpable y que, de una vez, adelante las elecciones generales. Cuanto más tarde en hacerlo, mas tardaremos después en restañar las heridas abiertas y siempre a costa de un mayor dolor.

Gijón, 21 de febrero de 2010

José Luis Valladares Fernández

viernes, 19 de febrero de 2010

LAS COSAS DE JOSÉ BLANCO

La realidad es muy tozuda y, a cada momento, nos está diciendo que José Blanco fanfarronea miserablemente cada vez que habla sobre nuestra situación económica. Todo lo bueno que se ha hecho en España desde la instauración de la democracia, según el ahora ministro de Fomento, es obra de las legislaturas socialistas y, de manera muy destacada, de la encabezada por José Luis Rodríguez Zapatero.
Gracias al paso de los socialistas por el Gobierno de España, dice Blanco, disfrutamos ahora de un ‘bienestar social’ envidiable. Y con Zapatero en la Moncloa, mejoró aún mucho más y se está consolidando. Ya dijo hace tiempo que "Los dos períodos de gobierno socialista en España están repletos de leyes memorables". Estas leyes memorables, debidas a la actividad responsable del PSOE, han dado lugar a espectaculares cambios y transformaciones sociales. “No hay nada parecido”, dice, en los ocho años del Gobierno de Aznar.
En la entrevista que le hizo Antonio San José en el programa ‘Cara a Cara’ de CNN+ el pasado 14 de febrero, José Blanco vuelve a dar la medida de sí mismo. Insiste una y otra vez en la conspiración planetaria para arruinar la economía española y, sobre todo, en la demonización de Zapatero. Más o menos, se trataría de una nueva versión del antiguo contubernio judeo-masónico. La descalificación de Zapatero es lo que buscan interesadamente los del “cuanto peor, mejor”, refiriéndose, claro está, al Partido Popular. De ahí los discursos apocalípticos habituales que en nada favorecen los intereses de España.
Tiene una teoría muy peregrina para explicar por qué aún no hemos salido de la crisis económica. Como entramos en la crisis mucho más tarde que el resto de países del G20, es normal también que salgamos de ella mucho más tarde. Esa es la única razón por la que, según dice, estamos aún en recesión. Y se quedó tan pancho, como si hubiera descubierto la teoría de la relatividad.
En cuanto a que se nos quiera comparar con Grecia y Portugal, dice que no hay semejanza posible. Nada tenemos que ver con estos dos países. Reconoce que nosotros tenemos un único problema, derivado de la construcción. Pero, en cambio, según confiesa, tenemos menos endeudamiento que la mayoría de los países europeos y tenemos capacidad suficiente para salir y vencer a la crisis. Y como buscamos la plena eficiencia de nuestras actuaciones, hemos comenzado a marcar los caminos que vamos a recorrer. Se impone, según Blanco, el cambio de las formas de crecimiento de nuestro país.
La reforma misma de la edad de jubilación, propuesta por el PSOE, es ya un adelanto de esa política. Es necesario, dice el ministro de Fomento, acercar la edad real de jubilación de los 63, a la edad legal de los 65 años, marcados por nuestro ordenamiento jurídico-laboral. Y retrasando esa edad legal a los 67 años, la media resultante estaría ya más cerca de los 65 años que de los 63 actuales. Y en un tono un tanto saduceo, fundamenta la propuesta en que la esperanza de vida es muchísimo mayor, como consecuencia de las políticas de ayuda social y del bienestar que siempre han impulsado los socialistas.
Es verdad que, con anterioridad, José Blanco había reconocido que es una obviedad manifiesta que la realidad no se cambia solamente con leyes. Y agrega, a renglón seguido, que este hecho “es uno de los pretextos favoritos de los retrógrados que nunca desean políticas que transformen la realidad”. Y el “hecho traumático” de la recesión evidencia la “necesidad de cambiar nuestros modelos productivos”, lo que implica establecer nuevas reglas de juego en la actividad económica.
Como teoría, todo esto está muy bien. Lo malo es que son los socialistas, encabezados por Zapatero, los que no hacen nada para cambiar la realidad y solucionar, de una vez, los graves problemas económicos que nos afectan. Se escudan en que son los otros, los retrógrados del Partido Popular, los que no quieren cambios, “ni por decreto ni de ninguna otra manera”. Se da la circunstancia de que son los que José Blanco tilda de inmovilistas y retrógrados, los que exigen cambios profundos en nuestras estructuras productivas, además de una contención significativa del gasto público y una rebaja notable de las cargas contributivas.
Los cambios que ha introducido el PSOE, para hacer frente a nuestra situación económica, son meramente testimoniales y llegan demasiado tarde. Les dan, eso sí, nombres muy bonitos y sugerentes, pero carecen prácticamente de contenido. Y así nos hablan de “economía sostenible”, “cambio de modelo productivo”, etc., pero se quedan ahí en simples frases hueras. Apelan, como lo ha hecho Blanco, a que son ellos los de las ayudas sociales a los que las necesitan, y los que mantienen y acrecientan el bienestar social.
Si repasamos la historia, la realidad es muy diferente y deja en muy mal lugar a los socialistas. Es verdad que el concepto de ‘bienestar social’ fue aportado por el socialismo. Pero también es verdad que, con los socialistas al frente de los Gobiernos, el ‘bienestar social’ se deteriora rápida y progresivamente, terminando por convertirse en una simple entelequia. Son precisamente los Gobiernos de otro signo los que, en realidad, proporcionan ese “bienestar social” y lo mejoran.
Pasa exactamente igual con las ayudas sociales. La mejor ayuda social es un puesto de trabajo. Y con los socialistas, a la vista está, aumenta constantemente el número de parados. En vez de ayudas sociales, la progresía izquierdista reparte simplemente, entre quienes no tienen nada, meras limosnas de supervivencia. ¿De qué bienestar social pueden disfrutar los 5.000.000 largos de parados y, sobre todo, esas casi 1.500.000 familias con todos sus integrantes sin empleo? Aunque lo nieguen, el socialismo solamente sabe generar pobreza y miseria.

Gijón, 18 de febrero de 2010

José Luis Valladares Fernández

lunes, 15 de febrero de 2010

LOS COMPROMISOS DE ZAPATERO

Cuenta la historia que Neville Chamberlain, por entonces primer ministro británico, volvía eufórico a Inglaterra, después de haber firmado con Hitler, Mussolini y Daladier el famoso Pacto de Munich de 1938. Creía que con esa firma, que consentía la anexión a Alemania, de la región Checa de los Sudetes, se garantizaba una paz duradera. Tan pronto llegó a Londres, se acercó a la Cámara de los Comunes y, presumiendo del acuerdo de paz alcanzado con Hitler, dice muy ufano: “Os traigo la paz para muchas décadas”.
Winston Churchill, compañero de partido y mucho más avezado que Chamberlain en cuestiones internacionales, le contesta enérgicamente: “Os dieron a elegir entre el deshonor y la guerra…elegisteis el deshonor, y además tendréis la guerra” (You were given the choice between war and dishonour... you chose dishonour and you will have war).
Poco después, aprovechando la errónea política de apaciguamiento de los firmantes del Pacto de Munich, Hitler invade Checoslovaquia y, no mucho más tarde, se lanza sobre Polonia. Es cuando, por fin, a Chamberlain se le abren los ojos y se da cuenta del alcance de su error. Aunque declara la guerra a Hitler, es ya demasiado tarde para sobreponerse y, tremendamente abatido y hasta enfermo, no tiene más remedio que entregar el cargo de Primer Ministro a su compañero Churchill.
Se da la circunstancia de que Zapatero, sin saberlo, sigue la estela de Chamberlain, adoptando acuerdos y compromisos, sin calibrar debidamente el alcance de los mismos, ni las consecuencias que puedan deparar en el futuro. Zapatero se ha convertido ya en la parodia de sí mismo y no atiende más que al pequeño interés pasajero del momento actual. Nadie ha ido tan lejos y de manera tan contumaz como Zapatero, sin importarle un bledo lo que sientan, o dejen de sentir, los ciudadanos españoles.
Para Chamberlain, Hitler era un hombre de paz, como Arnaldo Otegui la ha sido para José Luis Rodríguez Zapatero. De ahí que tratara de negociar la paz en el país vasco con este "líder de la izquierda abertzale", utilizando a Patxi López como intermediario. Fueron los etarras los que, de verdad, sacaron tajada de esta negociación absurda. En ese contexto, se produjo el sainete montado con De Juana Chaos y que terminó con su excarcelación definitiva. Los etarras, al disminuir sobre ellos la presión policial, utilizaron la mano tendida de Zapatero para reorganizarse y allegar nuevos medios humanos y materiales. En aras a ese pretendido contexto de entendimiento con el mundo abertzale, se consintió a estas gentes concurrir y participar en las elecciones vascas y ocupar después, dentro de Euskadi, las instituciones oficiales correspondientes. Lo exigía así la supuesta ‘convivencia democrática’ El lamentable ‘caso faisán’ también tiene su origen en ese torpe afán por negociar una paz imposible con el mundo de ETA.
Paralelamente el presidente del Gobierno, sin reparar en medios, trató de arrinconar a las víctimas del terrorismo. No otro fin tenía el apoyo prestado por Zapatero a Pilar Manjón, a la que utilizó de modo completamente obsceno, ayudándola a crear la Asociación 11-M Afectados del Terrorismo. Es la misma aviesa intención la que le lleva a elegir a Peces Barba como Alto Comisionado de Apoyo a las Víctimas del Terrorismo. A pesar del pomposo nombre del cargo, tenía el cometido exclusivo de doblegar a la asociación mayoritaria, la AVT, que se oponía con todas sus fuerzas a la negociación política con los terroristas etarras.
Un adelanto de la fiabilidad de los terroristas con quien negociaba Zapatero lo tuvimos el 30 de diciembre de 2006, en que saltó por los aires la T4 de Barajas, ocasionando la muerte de dos inmigrantes ecuatorianos. El día antes, el presidente del Gobierno había anunciado que “estamos mejor que ayer, pero dentro de un año estaremos mucho mejor”. Este atentado fue calificado por Zapatero de simple “accidente” y siguió en sus trece tratando de llegar a un acuerdo con la banda terrorista de ETA. Al final, Zapatero se quedó sin la gloria ficticia de haber doblegado a los terroristas, porque ETA continuó con su guerra particular y, además, con el deshonor de mantener con ellos la irracional negociación política.
La torpeza de negociar con los etarras, la repitió pactando con Carod-Rovira concesiones absurdas para resaltar aún más las particularidades históricas, propias de los pueblos y gentes de Cataluña, fundamentadas mayoritariamente sobre datos supuestos que no tienen nada que ver con la realidad. Estas concesiones al independentismo catalán tienen lugar cuando Carod-Rovira llega a un acuerdo con ETA para que sus atentados los realice fuera de Cataluña.
También son sangrantes los acuerdos de Zapatero con los sindicatos de clase que padecemos. A Zapatero le trae al pairo el enorme daño que hace a los trabajadores con esa firma de la paz social con la UGT y con Comisiones Obreras. No busca más que verse libre de huelgas mientras él esté al frente del Gobierno. Nadie en la izquierda ha deteriorado tanto el bienestar social como Zapatero, a pesar de que se declara firme defensor del mismo. Como siga deteriorándose así ese bienestar social, se va a encontrar con la quiebra económica del mundo del trabajo y de toda la clase media, por lo que, más pronto o más tarde, tendrá también la guerra social.
Como Zapatero no es precisamente un taumaturgo, algún día se impondrá la realidad y se verá obligado a tomar decisiones que no gusten ni a UGT, ni a CC.OO. Estos sindicatos, en ese caso, dejarán de bailarle el agua y se echarán al monte. Ya le han enseñado la oreja tan pronto habló de la posibilidad de reformar las pensiones. Esto supondrá para Zapatero, otra vez más, la guerra social y el deshonor por su pasteleo con estos sindicatos que se olvidan de la obligada defensa de los trabajadores. Hasta ahora han vivido despreocupados de todo y se han atado, de modo voluntario, al ubérrimo pesebre gubernamental, disfrutando deshonestamente de la mamandurria y de prebendas sin cuento.

Gijón, 14 de febrero de 2010

José Luis Valladares Fernández

jueves, 11 de febrero de 2010

LA SINRAZÓN DE LA SGAE

Tenemos, de nuevo, a la Sociedad General de Autores y Editores burlándose de los pobres españoles, a los que roba descaradamente. Las generaciones jóvenes con responsabilidades en la dirección de la SGAE, por lo que parece, son discípulos aventajados de Teddy Bautista, que fue quién abrió el camino de la desfachatez y la sinvergüencería. El director del área mediterránea de la SGAE, Ramón Muntaner, no quiere desmerecer ante Teddy Bautista, presidente del Consejo de Dirección de la sociedad.
Un día de estos de atrás, Ramón Muntaner dejó al descubierto sus costuras interiores en unas esclarecedoras declaraciones a COMRàdio, difundidas por Europa Press. En esta entrevista, dejó translucir su catadura moral y humana que no desentona, en absoluto, con el resto de responsables de la SGAE. Comienza admitiendo que a la gente le cuesta entender y pagar el canon establecido por la comunicación pública de las obras protegidas. Nos dice que entiende “las iras de muchísima gente” al tener que pagar el canon establecido. Muntaner achaca este malestar, a que se trata de un concepto que “cuesta entender y que por eso le cuesta pagarlo”.
Esta rebelión contra el canon que corresponde a la SGAE, según el director del área mediterránea, solamente se produce en España. En los demás países, a pesar de aplicárseles tarifas más altas, no tienen este problema. Y cita expresamente a Francia, donde, dice, que no se cuestiona dicho cobro. Aquí, en cambio, la polémica está a la orden del día. El caso de los peluqueros es un ejemplo manifiesto.
Los altercados continuos que se producen en España, contra las actuaciones legales de la SGAE, los achaca Muntaner a que –y aquí está lo grave- “al nivel cultural en el que estamos en este país, por desgracia para nosotros, por debajo del de otros países, en parte por el franquismo”. La cara de hormigón armado de estas personas, tan acostumbradas a llevarse el dinero que no les corresponde, es para nota. Esta afirmación es todo un insulto a la inteligencia y realizada, creo yo, para minimizar las graves y airadas protestas de los que son injustamente robados.
La ausencia de zarabandas, en esos otros países, no se debe a que tengan o dejen de tener una mayor cultura. La razón de que abonen sin displicencia ese canon se debe, seguramente, a que los vigilantes de la propiedad intelectual no son tan descarados para cobrar derechos que no les corresponde. Aquí en España se roba de un modo desvergonzado, aunque, como dice Ramón Muntaner, se trate de una acción legal.
Es inaudito que se cobre ese canon a quien compra soportes vírgenes, susceptibles de ser grabados como es un CD o un DVD, o compra un paquete de folios en blanco, por si un día te da por grabar una obra protegida. Estos soportes, en la inmensa mayoría de los casos, se utilizan siempre para grabar o escribir cosas privadas y estrictamente personales. Es como si al comprar un coche nos cobraran en el concesionario un importe determinado para sufragar hipotéticas y futuras multas por las posibles infracciones de tráfico que podamos cometer con ese coche. De poco nos vale que la SGAE no cobre directamente a los usuarios. Se lo cobran a los fabricantes de los aparaos o soportes, y estos, como es lógico, lo tienen en cuenta para fijar el precio final del producto.
Los responsables de la Sociedad General de Autores y Editores nos quieren hacer ver que se trata de una entidad de gestión colectiva que, por ley, no tiene ánimo de lucro. Pero esto es solo en apariencia. La realidad es muy distinta. La SGAE es toda una tapadera, ya que alberga dentro de su estructura todo un entramado societario de filiales, que sí tienen ánimo de lucro. Y son estas filiales o sociedades limitadas las que se han convertido en lucrativos negocios ya que, en realidad, son las que se encargan de la recaudación de los derechos de autor, como si se tratara de un servicio prestado a la SGAE.
La Sociedad General de Autores y Editores crea en 1997 la Fundación Autor, según indicaron, para proteger, promover y difundir la creación artística. Esta Fundación, por sí misma, no puede ganar dinero, lo que es un problema. Para sortear este inconveniente, se crea una sociedad limitada, llamada Iberautor, de la que Fundación Autor es el único accionista. La sociedad Iberautor es, a su vez, la única propietaria de otras cuatro sociedades limitadas, a través de las cuales, La SGAE se dedica a la rapiña más variada en los actos diversos relacionados con la cultura. Se trata de las sociedades limitadas Sello Autor, Centro de Producción Audiovisual Autor, Altos del Rio y Teatro Príncipe Pio S. L.
Por mucho que diga Ramón Muntaner, no creo que fuera de nuestras fronteras sean tan rapaces como son aquí los responsables de la Sociedad General de Autores y Editores, eso sí, con la colaboración del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero.

Gijón,10 de febrero de 2010

José Luis Valladares Fernández

lunes, 8 de febrero de 2010

ZAPATERO Y SU AISLAMIENTO INTERNACIONAL

No hay duda de que José Luis Rodríguez Zapatero es un gafe y que, para colmo de males, es un personaje tremendamente inoportuno. Zapatero, por supuesto, no hubiera valido para general de Napoleón Bonaparte. Napoleón prefería a los generales que les riera la suerte, antes que a los buenos estrategas. Es tal la fama de gafe de Zapatero, que ni los políticos foráneos querían su ayuda, cuando optaban a dirigir a sus países. El candidato al que apoyaba salía siempre derrotado y ganaban aquellos que el tildaba de “fracasados”. Fue muy llamativo el caso de Ségolène Royal en Francia, John Kerry en Estados Unidos y, sobre todo el de la “fracasada” Angela Merkel en Alemania.
Esperaba Zapatero la presidencia de turno de la Unión Europea como agua de mayo. Pensaba que con este evento se acababan todos sus males y mejoraría considerablemente, a nivel mundial, su deteriorada imagen política. De ahí que, a mayor gloria suya, organizó actos y gastó dinero sin cuento para preparar su aterrizaje al frente de la Europa de los 27. Pero su mala estrella se hizo presente desde el primer momento. Le pasó lo que a la mujer del cuento de la lechera. Los focos de la Unión Europea, en vez de darle el ansiado prestigio político que buscaba, iluminaron todas sus miserias, apareciendo así, a los ojos de Europa, el verdadero Zapatero.
La inoportunidad de Zapatero se ha hecho patente en muchos de sus actos, desde que es secretario general del PSOE. Entre sus gestos inconvenientes más llamativos, y con implicaciones negativas para España, está el del desfile de la Hispanidad del 13 de octubre de 2003. En esa ocasión, permaneció sentado y sin aplaudir, como exige la decencia política, el paso de la bandera de Estados Unidos. Hace muy pocos días, en el Desayuno de Oración, al que fue invitado por Obama, también dio la nota. Después del “Dios bendiga a América” con que se inauguró el acto, un senador realizó una oración. Todos los presentes sin excepción, con independencia del credo religioso que profesaran, reclinaron sus cabezas, todos, menos Zapatero.
Todo esto, claro está, le ocurre al presidente del Gobierno español por no saber estar. Quizás necesite, al igual que de economía, alguna tarde que otra con clases de Urbanidad. Así aprendería, al menos, a saber comportarse debidamente. Una vez impuesto en tan elemental materia, posiblemente se diera cuenta que se trata de una disciplina muy útil que debiera tener hueco, en lugar de otras cuestiones, en su polémica asignatura de Educación para la Ciudadanía.
Es evidente que Zapatero utiliza estos gestos displicentes para dar la nota, pensando que así aumenta su popularidad. Busca desesperadamente una proyección internacional para presumir aquí en España. Es tremendamente ególatra, muy pagado de sí mismo, y es capaz de cualquier cosa, hasta de hacer el ridículo, por lograr una primera plana o una fotografía más. Mendigó lo indecible una cita con George W. Bush para mejorar su “curriculum”. Pero lo único que consiguió de Busch, en aquella cumbre de la OTAN celebrada en Bucarest el 4 de abril de 2008, fue un escueto "hola, hola, felicidades". De esta cumbre salió en los medios una fotografía del auténtico Zapatero, que aparece aburrido y aislado de los demás mandatarios internacionales.
Se le abrió el cielo con la llegada de Barack Obama a La Casa Blanca y quiso convertirse en su perrito faldero. Lo malo es que Obama, al parecer, ya le conoce también y ha dado al traste con la conjunción planetaria augurada por Leire Pajín. Lo único que ha habido es un auténtico plantón planetario por parte de Obama que ha desesperado a nuestro Gobierno. Y no se si Zapatero no se da cuenta, o es que tiene más moral que el Alcoyano, pues, a pesar de los desaires él sigue recabando la atención de Obama. Zapatero, que sigue instalado en la falacia, no puede contar mas que con los dictadorzuelos sudamericanos Evo Morales, Hugo Chávez y también, aunque con reparos, con los hermanos Castro de Cuba. Sombrío panorama para un Zapatero tan orgulloso y tan celoso de su imagen y de su persona.
Es también muy habitual que Zapatero haga espantadas de alguna ceremonia que otra, donde su presencia era inexcusable. Es el caso muy reciente del funeral por el soldado John Felipe Romero Meneses, muerto en la guerra de Afganistán, y que se celebró en el cuartel del Bruc de Barcelona. El Desayuno de Oración con Obama pasaba a ser algo secundario, teniendo en cuenta que este joven soldado murió en acto de servicio, bajo la bandera de España. Su sitio estaba en el funeral, para honrar al soldado y expresar la condolencia del Gobierno a sus padres. Esta ausencia es más culpable, ya que podía compaginar ambos actos, el funeral y Desayuno de Oración en América.
La preparación del discurso no es motivo suficiente para justificar su ausencia en el funeral. Total, todo lo que allí dijo, que España es un país multicultural y poco más, aparte de la cita del Deuteronomio, tenía muy poco que ver con aquel acto tradicional de oración. Por descontado que hablaba en español -él dijo “castellano”-, no porque fuera el primer idioma que se utilizó allí para rezar al Dios del Evangelio; hablaba español porque es el único idioma que conoce medianamente.
También es cierto que Zapatero, en vez del versículo truncado del Deuteronomio, debió utilizar algún pasaje del Apocalipsis, por estar mucho más de acuerdo con las realidades que vivimos en España.

Gijón, 8 de febrero de 2010

José Luis Valladares Fernández

viernes, 5 de febrero de 2010

LA JUBILACION A LOS 67 AÑOS

Es una constante en el Partido Socialista español criminalizar al Partido Popular, al que acusa constantemente de recortar el bienestar social de los trabajadores. Para los miembros del PSOE, el Partido Popular, con responsabilidades de Gobierno, es poco menos que un peligro público. Pasaba lo mismo en tiempos de Felipe González. Si el Partido Popular gana las elecciones, decían, subirá inmediatamente los impuestos, recortará salarios, quitará las pensiones y hasta privatizará la Seguridad Social.
La realidad, en cambio, es muy distinta. Ya demostró el Partido Popular, con la llegada de Aznar a la Moncloa, que no es así. Son precisamente los socialistas, pésimos gestores de la cosa pública, los que hacen todas esas fechorías que atribuyen a sus adversarios políticos, subir impuestos, recortar salarios y pensiones y despilfarrar a manos llenas el dinero público. Ahora intentan alargar la edad de jubilación sin contar con el Pacto de Toledo. Con el PSOE en el Gobierno, el estado de bienestar social se deteriora progresiva y rápidamente.
Todos recordamos al inefable Pedro Solbes, ministro ya de Economía con Felipe González, recomendando de aquella a los trabajadores que suscribieran Planes de Pensiones particulares. Habían vaciado las arcas de la Seguridad Social y pensaban fundadamente que llegaría un momento que no se podría hacer frente a las jubilaciones. El estado de quiebra era tal que, cuando llegó Aznar a la Moncloa, tuvo que pedir un préstamo para hacer efectivo el pago de las pensiones correspondientes a ese mes. La buena gestión del Gobierno de Aznar, y la tijera del director de la Oficina Presupuestaria de Presidencia del Gobierno, José Barea, devolvieron de nuevo a las cuentas de España los números negros. Se volvió a hablar en Europa del milagro español.
Ahora Zapatero se encuentra en la misma disyuntiva que Felipe González en el año 1996. Al igual que González, Zapatero nos ha llevado de nuevo a la bancarrota. Ahora somos el caso español. Y de seguir así, es muy posible que, al igual que pasa con Grecia, sea Bruselas la que marque directamente las pautas de nuestro destino. Estamos en una situación tan de alto riesgo que, o corregimos el rumbo, o podemos vernos fuera del sistema monetario de la Unión Europea.
En vez de Planes de Pensiones, Zapatero y sus huestes nos proponen, además de unas pensiones más exiguas, retrasar la jubilación hasta los 67 años. Y Cándido Méndez y Fernández Toxo sí han protestado, pero con la boca pequeña, ya que no quieren que se agite y se movilice el mundo del trabajo. El pesebre gubernamental y sus canonjías para los sindicatos tienen mucha más fuerza social de atracción que las propias obligaciones sindicales.
La jubilación a los 67 años es una medida improvisada, como todas las de Zapatero, y tan poco meditada que, a la larga y sin solucionar la descapitalización de la Seguridad Social, generará paro y más paro. Contribuirá, además, innecesariamente a crear tensiones entre los jóvenes porque no encuentran trabajo y a malhumorar a los mayores porque pierden uno de sus derechos adquiridos cotizando durante muchos años. Con toda la razón del mundo, el presidente de La Rioja, Pedro Sanz Alonso, en su visita de este día a un polígono industrial, sentenció que esta propuesta de Zapatero es "una faena para todos los ciudadanos, ya que se ha producido una reducción en la nómina de las pensiones el pasado mes de enero y, encima, ahora se quiere aumentar la edad de jubilación". Y esto supone, añadió, “trasladar a los jóvenes que para buscar un puesto de trabajo van a tener que esperar dos o tres años más porque la edad de jubilación se retrasará dos años más".
Como en todas las decisiones de este Gobierno, Zapatero sorprende siempre a propios y extraños, anunciando por sorpresa sus ocurrencias. Ahora, ante la paliza dialéctica que recibió en Davos, quiere arreglar algún que otro de los platos rotos y, sin encomendarse a Dios ni al diablo, lanza el anuncio de que hay que alargar la edad legal de jubilación hasta los 67 años. Muy ufano, porque cree haber descubierto una vez más la pólvora, acusa al Partido Popular de populista. En épocas de crisis, dice, aumentan “las tentaciones populistas de líderes y proyectos políticos que no tienen consistencia, ni una idea clara del país”. Y continúa insidioso diciendo que el principal partido de la oposición, además de incoherente con cada tema que sale a debate, se deja llevar por el populismo, poniendo de manifiesto su “falta de compromiso con las dificultades de España”.
El Gobierno en cambio, según dice Zapatero, está abierto a “todas las ideas” que se aporten en el debate de la reforma. Su proyecto, insiste, se diferencia del de otras fuerzas políticas, en que es capaz de atender las necesidades económicas y cumplir con sus compromisos de protección social. Califica de razonable retrasar la edad de jubilación hasta los 67 años. Más aun, piensa que era completamente necesario reformar ahora el sistema de pensiones para garantizar su viabilidad. “Es más cómodo –dice- no hacer nada ni proponer nada y que el Gobierno de 2020 afronte los problemas, pero esa no es nuestra forma de ser ni nuestro carácter”.
Este plan, como tantos otros a lo largo de estos años, no lo conocieron previamente ni las centrales sindicales, ni la patronal y, mucho menos, la oposición. Cogió por sorpresa, incluso, al PSOE y hasta a los mismos miembros del Gobierno. Las ocurrencias variopintas de Zapatero irrumpen en tromba cuando menos lo esperas. Y ahora, como pasó con los 400 euros famosos, los ministros y demás tropa de la secta, salen a la palestra magnificando las bondades de tan sorpresiva medida. El jefe es siempre el jefe.
El primero que fue cogido en ‘off side’ es el propio ministro de Trabajo, Celestino Corbacho y no le ha quedado más remedio que disimular. Aún no está muy lejano el mes de julio de 2009, cuando afirmo con rotundidez en Santander, que no se tocaría la edad de jubilación. Como mucho, se acercaría la edad real de jubilación de los 63 años a la edad legal de los 65. Y que se incentivaría, eso sí, “la voluntariedad de la permanencia en el trabajo”.
Ahora cambia de disco y defiende la jubilación obligatoria a los 67 años. Evidentemente no se trata de una medida propuesta por el titular de Trabajo, pero todo son loas para la nueva ocurrencia de Zapatero. Dice que el ejecutivo ha sido “valiente” al proponer elevar la edad de jubilación hasta los 67 años. Fundamenta la supuesta valentía del ejecutivo en que se trata de una medida “poco cómoda” e “impopular” y en que podía haberla diferido ya que hasta 2023 ó 2030 no se prevé ningún problema para la Seguridad Social. Hubiera sido más cómodo para el Ejecutivo no anticiparse con este tipo de planteamientos, ya que hay dinero para pagar las pensiones, un superávit suficiente y, además, un buen Fondo de Reserva. Pero el Gobierno, dice Corbacho, ha preferido valientemente adelantarse al futuro.
El titular de Trabajo ha subrayado que el Ejecutivo, con esta propuesta, no busca “meter miedo” a la sociedad española. Aunque no sea algo urgente, el Gobierno ha querido “asumir su responsabilidad” para con las futuras generaciones de pensionistas españoles. Trata de edulcorar el proyecto, afirmando que el retraso en la edad de jubilación es un debate que está ahora abierto en toda Europa.
Las aclaraciones que ya hemos visto de Celestino Corbacho y las de la ministra de Economía y Hacienda, Elena Salgado, prueban de modo evidente que Zapatero cogió con el pie cambiado a casi todo el partido socialista. Para minimizar el impacto negativo de la propuesta, Elena Salgado confesó que “la reforma de las pensiones está abierta y puede ser matizada”. Y siguió insistiendo: “es una propuesta abierta, lo ha sido desde el principio” y admitió la posibilidad de discutir la “gradualidad a la hora de su aplicación. Se trata, según la vicepresidenta económica, de un documento siempre abierto al consenso y que, en todo caso, será el Pacto de Toledo quien diga la última palabra.
Es evidente, para empezar, que el sectarismo de Zapatero no le deja escuchar a nadie, ni siquiera a sus propios ministros. Ahí está, para testificarlo, su anterior ministro de Economía, Pedro Solbes, que se fue a su casa aburrido y deprimido por la sordera del jefe del Ejecutivo. Tampoco es cierto que esta propuesta de reforma de las pensiones solucione el problema esencial de la caja de la Seguridad Social, ni su viabilidad en el futuro. Trabajar dos años más no evita las dificultades que introduce en el sistema la pirámide poblacional. La tendencia de esta pirámide se invierte favoreciendo los nacimientos de niños, no facilitando su destrucción antes de nacer.
La solución a la falta de dinero para hacer frente a la paga de las pensiones pasa por crear las condiciones idóneas para crear puestos de trabajo, no destruyéndolos como hacen ahora. La salud de la Caja de Pensiones queda plenamente garantizada si hay muchas personas cotizando a la Seguridad Social. Con datos estremecedores como los del pasado mes de enero, en que dejaron de cotizar a la Seguridad Social más de 250.000 personas, no se arregla el problema ni trabajando hasta los 67 años, ni incluso tomando como base para el cálculo de las pensiones los 25 años, en vez de los 15 actuales, como quisieron pasar de matute últimamente.
Es evidente que Zapatero está radicalmente incapacitado para solucionar los problemas que se presentan. Y para colmo de males, los ministros del actual Gobierno, además de no andar sobrados de luces, carecen de la suficiente autonomía para ejercer aquellas funciones a las que, en teoría, deberían estar dedicados. Tienen bastante con esperar cada mañana a ver con qué tipo de ocurrencias se despierta el jefe del Ejecutivo. Más que ministros, son simples secretarios de Zapatero. Ya cumplen holgadamente acudiendo con celeridad a apagar los incendios que provoca con su irresponsabilidad el jefe del Gobierno.

Gijón, 4 de febrero de 2010

José Luis Valladares Fernández

lunes, 1 de febrero de 2010

DERRUMBE ECONÓMICO EN 2010

Las perspectivas para nuestra economía, al menos para el año 2010, son verdaderamente catastróficas. Y José Luis Rodríguez Zapatero ha demostrado ya, por activa, por pasiva y hasta por perifrástica, que no está capacitado para resolver nuestros problemas más inmediatos. Sus afirmaciones de que “estamos a punto de superar la crisis si no es que la hemos superado ya” causan hilaridad por un lado y honda preocupación por las consecuencias que se derivan de su torpeza. Y para colmo de males, aún hay muchos españoles que no son conscientes del desastre inquietante que se nos avecina y siguen confiando en un Gobierno que solamente sabe mentir.
Según el último informe del Fondo Monetario Internacional, la economía española es la única de los países avanzados que no va a crecer y continuará en números rojos. Y señala que se contraerá nada menos que un 0,6% durante este año. Este dato contrasta con la contracción del 0,3% que auguran la OCDE y nuestros responsables económicos para el año 2010. Nuestro Gobierno espera, además, que este 0,3% del PIB sea compatible con “crecimientos trimestrales positivos en todos los trimestres”. Y esto es francamente imposible.
Tenemos en España muchos problemas específicos que, mientras no se solucionen, nuestra recuperación económica es inviable. Tanto el modelo de Estado tan peculiar que nos hemos dado, como la fragmentación del comercio interior, no hacen más que levantar barreras, más difíciles de franquear que las que nos vienen de fuera. Además de otros imponderables, como la corrupción institucional, nosotros solos duplicamos la tasa de paro de la Unión Europea, y el volumen de gasto sobrepasa el 7% del PIB, lo que es todo un despilfarro. Es significativo que la primera partida, por importe, se lo lleve el paro y la segunda sea la que se destina a pagar los intereses de la deuda.
A pesar de estas premisas, se escandaliza nuestro Gobierno de que el Fondo Monetario Internacional desconfíe de nosotros y diga que somos una amenaza evidente para la Eurozona. Todo un aviso a navegantes que ha llenado de sarpullidos a nuestros responsables políticos. La primera en protestar fue la ministra de Economía, Elena Salgado, negándose a compartir el informe del FMI. Según ella, está muy claro que al Fondo Monetario Internacional le faltan algunas claves para calcular correctamente la evolución del PIB en España.
A la vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, no le ha gustado tampoco la postura del FMI. Dice que “respeta pero no comparte” el pesimismo del Fondo Monetario Internacional. Está segura, según confiesa, que es este Organismo el que se equivoca, pues “no siempre ha acertado en sus diagnósticos”. Dice que el Gobierno tiene el convencimiento firme de que España, remontará la crisis a lo largo de este año, porque el Ejecutivo cuenta con el diagnóstico y las herramientas adecuadas para salir de la crisis.
Y como es natural, Zapatero no pierde la ocasión de hacer el ridículo y se va a Davos, sacando pecho, para decir a los del Fondo Monetario Internacional que España es ante todo un país serio. Les promete que, para finalizar el año 2012, España estará cumpliendo el primero de los criterios de convergencia señalados últimamente por el Tratado de Lisboa. Así, la proporción entre el déficit público y el producto interior bruto se ceñirá al 3% señalado. Lo malo es que, los reunidos en Davos conocen sobradamente hasta donde llega la credibilidad de Zapatero. Con su llegada a la Moncloa, España perdió todo atisbo de seriedad. Con él volvieron los amaños, las trampas, las mentiras y, hasta la corrupción institucional.
Tanto Zapatero como sus palmeros subvierten la realidad de las estadísticas, alterando y dulcificando todos los índices negativos. Hasta el Instituto Nacional de Estadística, y no digamos el Banco de España, ajustan siempre sus cifras y previsiones de la manera más favorable para Zapatero. Minimizan datos muy importantes para calibrar adecuadamente nuestra economía, como el descenso del consumo de electricidad, el enorme endeudamiento de las familias y las empresas y las deudas del sistema bancario. Y no digamos nada de nuestro descabellado déficit y las cifras de paro. Ahí está, para certificarlo, el comportamiento de estos Organismos durante el periodo previo a las elecciones generales en marzo de 2008.
La gravedad de nuestra situación económica es francamente preocupante. Dicha situación, a final de 2010, será poco menos que insostenible y estaremos al borde de la quiebra y con las clases medias caminando hacia su liquidación. Es inasumible que el endeudamiento de las familias y las empresas vaya más allá del doble del PIB, superando en un 40% a todo su ahorro. La Comisión Europea prevé que España contará con un déficit del 8,5% para 2010 y no espera que, al cierre del año, haya un desvío presupuestario más moderado que en 2009. El Estado ha cerrado este año gastando el doble de lo que ha ingresado.
El paro en España es otra de las asignaturas pendientes de nuestro Gobierno. Oficialmente nos dicen que a final de año la desocupación llegó a la cifra del 18,8% de la población activa, un total de 4.326.500 personas sin trabajo, lo que evidencia una manipulación manifiesta. Con ser esta ya una cantidad sumamente escandalosa, la tasa de paro es aún mucho mayor, y sobrepasa incluso el 22%. La labor de despiste, iniciada por Caldera y continuada por Celestino Corbacho, excluye del paro a varios colectivos. Empezaron por borrar de las listas de demandantes de empleo a los que están siguiendo algún curso en el Programa Temporal de Protección por Desempleo. A estos hay que añadir la enorme cantidad de autónomos que han tenido que dejar su actividad y no tienen derecho a figurar en esas listas, y son tan parados como los otros.
Si sumamos también la cantidad de jóvenes sin trabajo que tampoco forman parte de esas listas, nos ponemos ya por encima del 22,5%, lo que supone más de 5 millones de parados. Con ser ya esta una cifra demencial, para finales de 2010 rondaremos el 27%, lo que supone más de 6 millones de parados. Y el Gobierno y los sindicatos como si no fuera la fiesta con ellos. La posición del Gobierno es tan maximalista que se atreve a decir “no se preocupen porque no va a haber ajuste de ningún tipo, ni en prestaciones ni en condiciones laborales”. ¡Vaya que ha habido ajustes! Por de pronto 1,5 millones de puestos de trabajo destruidos.
Lo más sangrante de nuestra situación económica es que estemos gastando cantidades ingentes de dinero en una pésima gestión del Gobierno. Y es que Zapatero, además de molestarse muy poco por solucionar el problema, no sabe cómo debe actuar para revertir esta situación de crisis. Su extrema ignorancia le lleva a pensar que nos lo van a dar hecho. Si los países de nuestro entorno abandonan la recesión, nosotros les seguiríamos sin mayor esfuerzo. La recuperación económica de estos países, piensa Zapatero, nos arrastraría con ellos. Tal parece que aplica a la economía el famoso principio de la hidrostática desarrollado por Arquímedes. Pues, según Zapatero, los logros de Alemania y Francia ejercerán sobre nuestra economía un empuje vertical y hacia arriba, situándonos de nuevo fuera de la crisis.
El presidente del Gobierno se solaza soñando que flotaremos sobre los buenos resultados de estos países comunitarios. Lo malo es que la inmensa mayoría de los ciudadanos españoles pagaremos muy caro estas falaces y desgraciadas ensoñaciones de Zapatero.

Gijón, 31 de enero de 2010

José Luis Valladares Fernández