sábado, 27 de marzo de 2010

LA FARSA DEL PLAN E

Se denomina Plan Español para el Estímulo de la Economía y el Empleo o simplemente Plan E, al conjunto de medidas de política económica, ideadas por el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, para hacer frente a la mayor crisis de nuestra historia. Se trata supuestamente de crear puestos de trabajo, impulsando la actividad económica a base de movilizar grandes cantidades de dinero público. En teoría, todo muy bien, pero en la práctica ha resultado un blof manifiesto y ciertamente nefasto.
Para Zapatero, el Plan E ha sido todo un éxito, ya que, según confiesa, contribuyó claramente a que las listas del paro moderasen su ritmo loco de crecimiento. De ahí que, sin pérdida de tiempo, pusiese en marcha una segunda edición de dicho Plan, eso sí, corregida y aumentada. Los resultados del Plan E inicial, diga lo que diga el Gobierno, han sido más bien raquíticos y contraproducentes, ya que ha contribuido a aumentar nuestro déficit público. Se trata de una simple medida del Ejecutivo, tan mezquina, que es imposible que aporte soluciones a la grave situación económica, que en España ha sido especialmente virulenta.
La miopía de Zapatero le lleva a ver de modo muy distorsionado los efectos del Plan Español para el Estímulo de la Economía y el Empleo. Piensa que, con este tipo de planes, nuestra economía, recuperará en breve la senda de crecimiento sostenido, mejorando notablemente la productividad de sectores tan fundamentales como el transporte, la energía y hasta los servicios y la propia administración. El Plan E cuanta supuestamente con cuatro líneas claras de actuación, apoyo a las empresas y a las familias, fomento de empleo y medidas financieras y presupuestarias. Que sean efectivas para dar respuesta adecuada a la crisis económica, es ya otro cantar.
Con este Plan E se ha intentado impulsar, a base de dinero público, la actividad económica española. Y aunque se adapte, como dice Zapatero, a las directrices y recomendaciones internacionales que vienen marcadas por el G-20 y por el Programa Europeo de Recuperación Económica, los resultados, hasta ahora, han sido pobres e incluso desfavorables. Pues ha supuesto un dispendio enorme de dinero público en inversiones claramente improductivas, que no generan riqueza alguna.
La primera línea de actuación, evidentemente, tiene como principal objetivo impulsar la creación de empleo. Para que esta línea de actuación fuera más eficiente, se crea un Fondo para Entidades Locales y otro Fondo Especial para la Dinamización de la Economía y Empleo. Esto implica la movilización de importantes cantidades de dinero. Así y todo el éxito fue más bien exiguo, tanto en número de puestos de trabajo logrados, como en la calidad de los mismos.
Las líneas de actuación de apoyo a la familia y apoyo a las empresas también han resultado ampliamente infructuosas, a pesar de las medidas de carácter fiscal arbitradas en su apoyo. Pues ni las familias ni las empresas tuvieron acceso libre a líneas de crédito para financiarse de acuerdo con sus necesidades. A pesar de la línea de actuación que, de manera coordinada con los demás países de la Unión Europea, trató de proporcionar fluidez al sistema financiero español, la banca carecía de la precisa liquidez para mantener abierto el canal de crédito hacia estos dos colectivos. Pues es enorme la dificultad con que se encuentra la Banca para captar fondos, como consecuencia de la morosidad ocasionada por el pinchazo de la burbuja inmobiliaria. Además, para mayor inri, se la obliga a financiar en el exterior, en euros y a largo plazo, la mayor parte del déficit corriente español. Dadas estas circunstancias, apenas si alcanza el dinero para refinanciar, a un coste razonable, los correspondientes vencimientos anuales.
En el Plan E primitivo se derrochó dinero a espuertas en gastos inútiles para aligerar provisionalmente las listas del paro. Ni un solo euro de dicho Plan se destinó a inversión productiva, que es la única capaz de generar riqueza y de mejorar las expectativas de creación de empleo estable y sostenido. Se gastó el dinero en levantar y ensanchar aceras, construir pistas de pádel, alguna que otra piscina de verano y otra serie de trabajos por el estilo. Ninguna de las obras que se realizaron, con cargo al Plan E, era urgente y ni siquiera necesaria.
Y el dinero público previsto para el Plan E actual, según todos los indicios, lleva exactamente el mismo camino: se olvidan de las aceras y ponen el acento en cuestiones paisajísticas y en itinerarios peatonales; hay previstos spas, y campos de fútbol de césped artificial y gran cantidad de kilómetros de carriles bici. Como en el primer Plan E, vuelven a construir pistas de pádel, piscinas de verano y a derrochar, sin control alguno, el dinero del contribuyente. Este Plan E coincide en un punto con el anterior, en derrochar el dinero público en actuaciones sumamente pintorescas. Ante todo, hay que disimular y aparentar que se crean puestos de trabajo.
En el nuevo Plan E, además, se da la circunstancia de que aproximadamente un 50% del dinero previsto se pierde por el camino, sin servir, en ningún caso, para los trabajos reales a los que va destinado. De ese fondo, para empezar, hay que detraer el importe del IVA que esté vigente en el momento de hacer los pagos. Esto, claro está, sin contar el 20% de los fondos que los Ayuntamientos destinarán a gastos corrientes y otro 20% reservado para la compra de equipamientos. A esto hay que agregar los gastos necesarios para reciclar y trasladar los carteles o vallas publicitarias al lugar de la nueva obra. Pero de inversión productiva, nada de nada.
El Plan Español para el Estímulo de la Economía y del Empleo, al que Zapatero vincula la creación de muchos puestos de trabajo, ha sido duramente criticado hasta por Rodríguez Ibarra. En unas declaraciones a La Gaceta, el que fuera presidente de Extremadura, dice que el Plan E es “el gran PER nacional”. Ha dado en el clavo. La definición es corta, pero no puede ser más gráfica.

Gijón, 26 de marzo de 2010


José Luis Valladares Fernández

martes, 23 de marzo de 2010

HUIDA HACIA DELANTE DE ZAPATERO

En el año 63 a. C, y con motivo de una conjura encabezada por Lucio Sergio Catilina, Marco Tulio Cicerón pronunció cuatro famosos discursos o catilinarias, el primero de los cuales comienza con una de las frases más recordadas y famosas del orador romano: “Quosque tandem abutere, Catilina, patientia nostra? quam diu etiam furor iste tuus nos eludet? quem ad finem sese effrenata iactabit audacia?”. ¿Hasta cuando, Catilina, vas a abusar de nuestra paciencia? ¿Hasta cuando tu locura seguirá riéndose de nosotros? ¿Cuándo acabará esta desenfrenada audacia tuya?
Mutatis Mutandis, este discurso puede ser dirigido, con toda propiedad, a nuestro presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero. A Catilina le tocó vivir entre dos guerras civiles, la guerra de Mario contra Silva y la de Cesar contra Pompeyo. Se da la circunstancia que fue éste el período histórico más rico de Roma. Y Zapatero llega al poder en el momento justo de la mayor bonanza económica de toda la historia de España. Como las arcas estaban llenas, comenzó el despilfarro más absurdo del dinero ahorrado en las dos legislaturas anteriores. Y aún hoy, a pesar de la crisis, sigue gastando bastante más de lo que ingresa. De ahí que estemos llegando ya a un punto donde no es fácil retomar el camino de vuelta.
A Zapatero se le están cerrando, una tras otra, todas las salidas posibles. Prácticamente no le queda ya más que el sumidero. Y con él arrastra, desgraciadamente, a las sufridas clases medias y a todas las capas sociales más desfavorecidas. A base de ignorancia e ineptitud, combinadas ambas con la testarudez, el inquilino de la Moncloa está haciendo de España un enorme lazareto para pobres, económicamente ya desahuciados.
Se ha endiosado de tal manera que ya no escucha a nadie, ni a los economistas de mayor prestigio, ni al presidente del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordoñez, ni al ex comisario europeo, Joaquín Almunia, aunque estos dos últimos sean tan poco sospechosos. Para Zapatero son todos unos incompetentes que no tienen ni idea de cómo salir de la crisis. Fue un atrevimiento imperdonable que Jordi Sevilla se ofreciera para enseñarle economía en dos simples tardes, a él, que es el verdadero gurú en temas económicos.
La solución, según Zapatero, no pasa por restringir gastos, la solución está en elevar los impuestos para recaudar más dinero. Y acude, como no, al Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA), que es la carga impositiva que le puede proporcionar dinero inmediato y de la manera más fácil. Está convencido de que esta subida del tipo de IVA no ejerce ningún influjo sobre el consumo. Los que hablan de una peligrosa retracción del consumo, lo hacen porque son tremendamente insolidarios y acaparadores y están empeñados en que sean los de las clases humildes quienes paguen las consecuencia de esta dura crisis.
No obstante, Zapatero cerrará sus oídos a ese tipo de lamentaciones ya que tiene la firme persuasión de que con subvenciones se soluciona el problema económico. Se comporta como la mujer del cuento de la lechera. Con el dinero de los impuestos, financiará, en primer lugar, el paro. Con esta subida del IVA piensa recaudar unos 8.000 millones de euros. Y con este dinero solventará las prestaciones de 500.000 desempleados. La contracción previsible del consumo que originará esa subida del IVA, hará imposible la recaudación de esos millones de euros. De rebote, por el influjo negativo de semejante medida, se va a encontrar con otros 500.000 parados más en muy breve periodo de tiempo.
Puntualicemos, para empezar, que la prestación a los parados no sale de los impuestos. Se la han ganado ampliamente con su trabajo y con sus cotizaciones. Otra cosa es que el fondo destinado a esos menesteres se haya malgastado en otras cosas. Diga lo que diga Zapatero, el IVA es un lastre demasiado pesado para la economía y hasta el más lego sabe que afectará muy negativamente al consumo y dará pábulo a nuevos fraudes con la economía sumergida. Es, además, el impuesto más injusto, ya que afecta en mayor medida a los más pobres, a los parados y a las clases más desfavorecidas. Son muchos los mileuristas que verán complicarse su situación económica por las subidas que provocará esa elevación absurda del IVA.
Es evidente que estamos al borde de la insolvencia y el Gobierno necesita sacar dinero hasta debajo de las piedras para seguir gastando a lo loco. Son muchos los frentes abiertos donde se dilapida bastante más de lo que se ingresa. Se va el dinero, sin ir más lejos, en el contraproducente Plan E, que absorbe grandes cantidades de dinero en cartelones de propaganda, en construir piscinas y pistas de pádel, carriles bici y en mejorar aceras y jardines municipales, que aún están en buenas condiciones.
También hay que financiar otras muchas cosas, entre las que destacan las ocurrencias de Bibiana Aído, la Alianza de Civilizaciones, los fastos y el pesebre de los incondicionales de la ceja. El mesianismo de Zapatero le lleva a no olvidarse de la complicidad de los sindicatos, de la supuesta Memoria Histórica, de la ONG creada por Leire Pajín y, como no, de la entidad “Gay and Lesbians of Zimbabwe”. Al parecer, buscan la manera de ahorrar en sanidad, haciéndola, quizás, más tercermundista. Solamente en el sector farmacéutico, piensan economizar unos 1500 millones de euros anuales. Pero seguirán con miles de asesores superfluos, con varios Ministerios sin competencias determinadas, con miles y miles de altos cargos, cuya ocupación principal es llevarse cantidades ingentes de dinero.
Esta es la manera que tiene Zapatero de batir records. Su comportamiento es tan incongruente que hasta los europeos desconfían ya de él, despertando en ellos la chirigota y la chanza más hilarante. Bruselas ya no le cree, y como están seguros de que no va a cumplir el Pacto de Estabilidad, ya le han enviado alguna amenazas velada de que España puede ser expulsada del euro. Al igual que las uvas estaban verdes para la zorra, un déficit público por debajo del 3% del PIB a finales del año 2012, está también muy verde por inalcanzable, para el Gobierno de Zapatero.

Gijón, 22 de marzo de 2010

José Luis Valladares Fernández

lunes, 22 de marzo de 2010

LAS JUBILACIONES A EXAMEN

Es un hecho, y apenas se tiene en cuenta, que los jubilados pierden poder adquisitivo desde la primera revalorización de su pensión. Y mucho más, como es evidente, en épocas de recesión económica como la que padecemos actualmente. Este colectivo, por edad, y a veces por carencia de medios, consume únicamente artículos de primera necesidad. Y son estos artículos los que forman el primer grupo de la cesta de la compra y los que, en realidad, experimentan una mayor elevación de precio.
El Gobierno hace una previsión, más o menos lógica, del comportamiento de los precios a lo largo del nuevo año. Y sin más, con el dato estimado de inflación futura, revaloriza las pensiones. Si a final de año la inflación acumulada supera la previsión realizada, se actualizan de nuevo, teniendo en cuenta el diferencial experimentado por el coste de la vida. Lo malo es que la inflación acumulada refleja siempre las variaciones de precios de un amplio abanico de artículos. Pero no todos estos artículos experimentan las mismas subidas o bajadas de precio, aunque todos se tienen en cuenta para fijar el incremento de las pensiones.
En circunstancias normales, como ya hemos apuntado, los que viven de una pensión consumen casi exclusivamente artículos de primera necesidad, como es la alimentación, la luz o el gas. Y de todos los productos de su particular cesta de la compra, la alimentación es la que tiene un peso real mucho mayor. La mayoría de los pensionistas por su precaria situación económica, no adquieren electrodomésticos, ni aparatos electrónicos, ni coches, que son los artículos que más contribuyen a frenar y a moderar la inflación acumulada. Esto ya determina, por sí solo, una pérdida evidente del poder adquisitivo de estas personas. Y no dependen de un Convenio Colectivo, como los que aún viven de su trabajo, para lograr algún incremento extra que mantenga actualizado su poder adquisitivo.
En épocas de graves crisis económicas, como la que padece ahora España, el deterioro del poder adquisitivo es tremendamente escandaloso para los pensionistas. Pues la inflación resultante, la real, será muy superior a la señalada por los organismos oficiales. La contracción del consumo será la primera consecuencia lógica de toda situación de crisis. Los artículos más o menos de lujo, como coches, muebles y demás enseres que hacen más fácil la vida, dejan de tener salida en los mercados. En circunstancias normales, todos estos productos apenas si varían su precio, contribuyendo así a moderar el índice de precios al consumo. En tiempos de recesión, para darles salida, son objeto de ofertas especiales o rebajas muy notables, lo que no ocurrirá jamás con los artículos de primera necesidad.
El encarecimiento de los productos alimenticios, la luz y otros artículos básicos, es neutralizado con esas rebajas especiales de aquellos otros productos, a los que no tiene acceso la inmensa mayoría de los jubilados. De este modo, el porcentaje que se les va a subir queda muy por debajo del encarecimiento real que han tenido que soportar.
Diga lo que diga Celestino Corbacho, todas estas personas sufrirán indefectiblemente un deterioro brutal en su poder adquisitivo. Y muchos de los que hasta ahora disfrutaban de un nivel de vida simplemente aceptable, en el futuro, tienen y tendrán que hacer verdaderos milagros contables para llegar a fin de mes. Y lo malo es que, muchos de ellos, engrosarán lamentablemente la condición estadística de “pobres”, ya muy considerable en España, que alcanza ahora a un 20% de la población.
Por otra parte, queda muy claro que el Gobierno hace un uso abusivo y antisocial de la crisis y no tiene intención de solucionar adecuadamente este problema. Ahí están, para demostrarlo, los Presupuestos Generales del Estado para el año 2010. Según dichos presupuestos, se mantiene el gasto público, se elevan los impuestos y no se deflacta la tarifa del IRPF, actualizándola con la inflación.
Es muy alto el número de pensionistas que constatan decepcionados que en 2010 ya en el primer pago del año, del mes de enero, cobran menos que en el año 2009. Tiene la culpa el Real Decreto aprobado por el Gobierno el 23 de diciembre pasado, por el que se modificó el Impuesto sobre la Renta. Y el ministro de Trabajo, Celestino Corbacho Chaves, no se corta ni un pelo y en el escrito, en realidad un impreso que envía a cada jubilado, afirma con descaro que con la subida del 1% y la consolidación del 2% del año pasado, “el mantenimiento de su poder adquisitivo queda plenamente garantizado y mejorado”. ¡Ver para creer! Me gustaría saber qué tipo de alquimia ha utilizado Corbacho para lograr que, cobrando menos, tengan garantizado su poder adquisitivo e incluso mejorado.


(Publicado en El Comercio el día 22 de febrero de 2010)

José Luis Valladares Fernández

jueves, 18 de marzo de 2010

CARRILLO Y LOS CAMBIOS EN LA IZQUIERDA

Según confiesa Santiago Carrillo, en unas declaraciones que hizo a Telecinco hace unos días, la izquierda ha evolucionado mucho desde la Guerra Civil. “La izquierda -dice- ha cambiado mucho desde entonces, está desconocida, y en cambio la derecha ha cambiado muy poco". Tanto ha cambiado la izquierda desde entonces, que está completamente “desconocida”. Algo que no ha sido capaz de hacer la derecha.
Para el ex secretario general del Partido Comunista, la derecha y buena parte de los obispos mantienen prácticamente, sin cambios políticos apreciables, las mismas posiciones que en el año 36. Como la derecha de entonces, el Partido Popular mantiene una oposición muy dura contra las decisiones del Gobierno actual. La dureza de esa oposición viene marcada por las críticas desmedidas, según Carrillo, a la modificación de la ley del aborto, que de una simple despenalización pasa a ser un derecho exclusivo de la mujer gestante. Otro tanto ocurre con la obstinada pretensión del Partido Popular de recuperar el debate sobre la cadena perpetua y las protestas continuas por la supuesta ruptura de la unidad de España.
Todo esto, unido a las amenazas de excomunión, por parte de algunos obispos, a quienes dieran el voto favorable al aborto, retrotrae al ex dirigente comunista, según su propia confesión, a los momentos previos a la sublevación militar de Francisco Franco. Sus palabras no pueden ser más claras: “Cuando uno ve la actitud de los dirigentes del PP, sobre todo algunos, y la actitud de una parte mayoritaria de los obispos en este país, todo eso se parece mucho a la agresividad y la dureza de la oposición de aquellos años”. Y agrega, con toda desfachatez, que “ahora lo que pasa es que no hay un Ejército preparado ni dispuesto a sublevarse y en eso nos va bien”.
Las antiparras de Santiago Carrillo le distorsionan totalmente la realidad. La derecha montaraz de la España actual, dice, está empeñada en acosar ciegamente al presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, a quien quiere responsabilizar de la presente crisis económica. La gestión de Zapatero, en líneas generales, es muy buena, según Carrillo: “Lo hace bien”. Para el ex secretario general del Partido Comunista, esta situación, está correctamente gestionada por Zapatero. Y afirma con desenfado que no la ha desencadenado “ni él ni las fuerzas o sectores económicos españoles” sino que “es una crisis mundial”.
Es evidente que Carrillo, de manera interesada, no ve más que galgos donde en realidad solamente hay podencos. De ahí que afirme, con el mayor descaro del mundo, que el Partido Popular utilice la situación económica para intentar que “Zapatero reforme el mercado laboral”, pues esta es la fórmula que tiene la derecha “frente a la crisis para hacerla pagar a los sectores más débiles del país, fundamentalmente los trabajadores”. Afirmar esto es una tremenda sinvergüencería, porque quien paga de verdad la crisis son efectivamente los de siempre, los más humildes, pero no porque se reforme el mercado laboral, la pagan, y de manera muy dura, porque pierden su trabajo y tienen que pasar a depender lamentablemente de las temporales y escasas limosnas que les proporciona el Gobierno y de la caridad pública.
Lo que no explica Santiago Carrillo es si ese cambio tan estelar de la izquierda es real o es un simple acto camaleónico para despistar. Pues hay indicios razonables de que, al menos parte de esa izquierda actual, sigue tan sectaria y fundamentalista como la izquierda de la Segunda República. En consecuencia, el cambio que algunos han adoptado, obligados por las circunstancias, es puramente cosmético y superficial. De todos modos, independientemente de que el cambio sea real o aparente, la izquierda intemperante y desenfrenada de entonces, que negaba a la sociedad el derecho a pensar de manera distinta a las pautas marcadas por la Rusia soviética, necesitaba un evidente ‘aggiornamento’ social, más acorde con las exigencias de las democracias modernas y también, como no, para homologarse con la izquierda de los países de nuestro entorno.
La derecha de aquellos años trágicos de la historia española no necesita cambiar. Ya era entonces bastante más democrática y tolerante que el incontinente Frente Popular. En un principio, fue la izquierda la que comenzó con las algaradas y desórdenes salvajes, la quema de Iglesias y conventos y la persecución de quienes pensaban de distinta forma y se permitían el lujo de tener una religión. Fueron esas izquierdas libertinas las que obligaron a la derecha a defenderse de sus ataques ciegos y desenfrenados. Pusieron tal empeño en doblegar conciencias ajenas, que hasta hicieron inevitable la propia Guerra Civil.
La derecha de la España de 1936 estaba plenamente civilizada, reconocía el valor supremo de la vida y respetaba las conciencias ajenas. Sus valores coincidían con los señalados tradicionalmente por la milenaria cultura occidental, con raíces profundas en la Roma clásica y en la Cruz cristiana. Aquella Derecha, y también la Iglesia de entonces, sabían distinguir perfectamente entre las personas y sus ideas. Algo que aún les cuesta hoy a los que, según Carrillo, tanto han cambiado. Podían atacar con dureza a las ideologías contrarias a la ética y a la moral tradicional de nuestra cultural. Pero, eso sí, respetando profundamente a las personas.
Toda la izquierda de la época republicana española, en la que militaba el entonces joven Santiago Carrillo, no llegaba a tanto. Confundía a las personas con sus ideas y sus sentimientos más íntimos y si se salían del esquema trazado por Moscú, pagaban con su vida por ello. Dirá Carrillo que se trataba de enemigos del pueblo y de la República y que ponían en peligro a la democracia popular que intentaban instaurar. Las pobres monjitas asesinadas debían ser un enemigo mortal muy peligroso. Lo mismo que tanto imberbe seminarista y otros muchos jovencitos, casi niños, que tenían la infame osadía de asistir a misa los domingos y que pagaron con su vida por semejante audacia.
Se extraña ahora Carrillo de que la derecha actual, y también la Iglesia, se hayan posicionado tan claramente contra la nueva ley del aborto. El aborto provocado, lejos de ser una señal evidente de modernidad y progreso, es una atrocidad espantosa y macabra, que repugna a la inteligencia y al más elemental sentir humano. Es algo que va contra el derecho más elemental de las personas, como es el derecho a nacer y a vivir.
Con la interrupción voluntaria del embarazo se pone fin a la vida de los seres humanos más inocentes e indefensos. Un genocidio en toda regla consentido y auspiciado por muchos de los que protestan por el maltrato dado a otros animales. Hacemos buenos a los espartanos que, de acuerdo con las leyes implantadas por Licurgo en su tierra, todos los niños que nacían con alguna tara física eran despeñados desde lo más alto del monte Taigeto. El aborto en sí es un asesinato en toda regla de un ser humano indefenso, y semejante acto de barbarie es calificado por esta izquierda que padecemos como algo progresista y digno de alabanza. Hace falta tener una inteligencia muy roma y un corazón más duro que el de una fiera salvaje.

Gijón, 16 de marzo de 2010

José Luis Valladares Fernández

domingo, 14 de marzo de 2010

HUGO CHÁVEZ CONTRATACA

Una vez más, nuestro Gobierno se ha plegado ante las diatribas de Hugo Chávez. Los indicios, muy fundados, de presunta colaboración gubernamental de Caracas con los terroristas de ETA y las FARC, puestos de manifiesto en el auto del juez de la Audiencia Nacional, Eloy Velasco, llevan camino de convertirse en papel mojado. La verborrea faltosa y grosera del Gorila Rojo, unida a una supuesta connivencia ideológica, ha bastado para que nuestro Gobierno se humillara de la manera más torpe y ridícula.
Como consecuencia de unas oportunas investigaciones policiales, ya se sospechaba fundadamente que los etarras que huían a Suramérica encontraban cobijo, además de en Cuba, en la Venezuela de Hugo Chávez. Lo que solamente era una sospecha razonable pasó a ser una realidad manifiesta con la aparición de la computadora del dirigente de las llamadas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), Raúl Reyes, muerto en Ecuador en un ataque del ejército colombiano. El contenido del disco duro de este procesador es una prueba evidente del apoyo prestado a ETA por el Gobierno de Caracas. De nada vale que Chávez y su ministro de Exteriores califiquen de “farsa” la fuente de estos datos, ya que afirman de modo gratuito que esta computadora fue previamente manipulada.
Los expertos de la lucha antiterrorista, a través de oportunos pinchazos telefónicos y de otros documentos intervenidos a varios comandos etarras, corroboran la veracidad de todos estos datos que han servido al juez Velasco para redactar el auto de la discordia. La detención del terrorista José Lorenzo Ayestarán hace unas fechas en Normandía abunda en el hecho de que los terroristas etarras disfrutan de plena libertad de movimientos entre Caracas y La Habana. Estos etarras realizan misiones de logística y dan refugio a los terroristas que se ven obligados a cambiar de continente. Se permiten, además, el lujo de financiar a la banda mediante las actividades económicas que desarrollan en suelo iberoamericano.
El auto del juez Velasco, que no hace más que recoger los datos aportados por las investigaciones policiales, destapa, entre otras cosas, las relaciones de ETA con las FARC colombianas. Desvela que, con el visto bueno de Caracas, terroristas etarras habían entrenado a miembros de las FARC en el manejo de explosivos, utilizando para ello la selva venezolana. Procesa a seis presuntos miembros de ETA y a siete supuestos terroristas de las FARC, a los que acusa de querer atentar en España contra altos cargos de Colombia. Este auto, y el hecho de que Zapatero, de primera intención, pidiera explicaciones al Gobierno bolivariano, encendieron los ánimos de Chávez y de su ministro de Exteriores.
El propio Hugo Chávez contestó airadamente, diciendo que no daría explicaciones “ni a Zapatero ni a nadie”. La peor parte, en cambio, se la ha llevado el juez de la Audiencia Nacional, Eloy Velasco, el cual fue vejado gravemente con insultos de grueso calibre por parte del Gorila Rojo y de su impresentable Canciller. Dice Chávez, refiriéndose al auto del juez Velasco, que "Se trata de un documento que carece de validez y que destaca el verdadero propósito del juez: una denuncia mediática sin sustento alguno". Dice que este juez está "vinculado a la mafia de Aznar" y de "trabajar para el PP”. Además, el dictador bolivariano acusa al juez de ser "militante del PP, partido heredero del franquismo, los mismos agentes que encubren, hasta el día de hoy, los crímenes perpetrados por la dictadura de Francisco Franco, quienes no dudan en bendecir o apoyar golpes de Estado o invasiones militares a naciones soberanas".
“La derecha española y fascista europea -dice Chávez- recibe órdenes del imperio y tiene periódicos, jueces, televisiones, cortes internacionales, con los cuales arremeten. Hay una ofensiva contra Venezuela". El ministro de Exteriores venezolano, Nicolás Maduro, para no ser menos que su despótico jefe, remacha resueltamente: "El PP es el partido de la derecha que tiene sectores ultraderechistas, que tiene sectores ultra reaccionarios, vinculados al pasado franquista; son los hijos directos del franquismo".
Esta reacción tan brusca de Hugo Chávez y de su ministro de Exteriores, alarmó a Zapatero y a todo su Gobierno. Y comienzan las disculpas humillantes de nuestro Ejecutivo. Ante todo hay que conservar la amistad y la colaboración habitual con estos regímenes totalitarios. Y ahí aparece Miguel Ángel Moratinos tratando de tranquilizar y de calmar los ánimos de estos bolivarianos exaltados. Comenzó Moratinos señalando que la intención de Zapatero no era pedir “explicaciones”, si no, simplemente, pedir “información”. Según explica el ministro de Exteriores español, "El Gobierno no tiene nada que ver" en este asunto y califica la situación de "absurdo enfrentamiento". "Somos un gobierno sereno y nos oponemos a las escaladas verbales", añadió.
El ridículo hecho por nuestro Gobierno es monumental. Hasta el mismo Zapatero se rebajó a las pretensiones de Chávez. Y para quitar hierro a aquel “pedir explicaciones” nos sale ahora con que lo que se dice en el auto de marras sobre Venezuela y su colaboración con ETA no es más que una simple hipótesis. E insiste en la necesidad de conocer la versión chavista sobre la "hipótesis de colaboración" de ETA con "personas al servicio de las fuerzas de un país como Venezuela".
Fue el propio Hugo Chávez el que aclaró el sentido de la intervención de Moratinos y la manera bochornosa con que este se dirigió al Gorila Rojo: “Mi Gobierno no tiene nada que ver en esto, es un juez por allá, del poder judicial, que es autónomo”. El mandatario venezolano aceptó las excusas ofrecidas por el Gobierno español. "La respuesta del Gobierno español –dijo Chávez- ha sido aceptable. Han dicho que pidieron información y no explicaciones”. Y agregó: “Digamos que las cosas vuelven a su cauce gracias a la madurez del presidente Zapatero y de su Canciller".
Ha sido tal la humillación de Zapatero y la de Moratinos ante el Gobierno chavista que, de hecho, confesaron públicamente que las acusaciones del auto eran simples “hipótesis” de un juez. Faltó muy poco para pedir perdón a Chávez y, acto seguido, exigir explicaciones al juez de la Audiencia Nacional, Eloy Velasco. Para rizar el rizo de la insensatez, no solamente han bailado el agua al Gorila Rojo, le han ofrecido también un equipo jurídico para que le asesore y le ayude a dejar sin contenido las acusaciones del juez Velasco. Zapatero quiere ocultar de manera cobarde la triste realidad de la colaboración del régimen de Chávez con grupos de ETA y la FARC, cuya pretensión manifiesta no es otra que la desestabilización de las democracias occidentales.
Para el presidente español, José Luis Rodríguez Zapatero, es suficiente que Chávez haya firmado un comunicado conjunto con España donde se condena el terrorismo y donde se rechazan "sin paliativos todas las actividades de ETA". Esta expresión de Zapatero es muy clara: "Venezuela ha desmentido la investigación que se desprende del auto y España y Venezuela vamos a colaborar con la acción de la Justicia y seguir en la tarea de reducir cualquier espacio de actividad de un miembro de ETA en cualquier lugar del mundo". Y Zapatero está empeñado en hacernos creer que esta firma es todo un acto de perfecta atrición por parte del mandatario venezolano.
En su fuero interno, es muy posible que Zapatero este convencido de la doblez interesada de las afirmaciones de Chávez. Tanto uno como el otro son dos almas gemelas que ni creen en el honor, ni en la lealtad y mucho menos en la honestidad. Les mueve únicamente el ansia de poder. De ahí que su única manera de hacer política se base en el rencor hacia todos aquellos que puedan ser sus competidores. La ruindad espiritual de semejantes sujetos les inhabilita para el ejercicio normal de responsabilidades políticas.

Gijón, 13 de marzo de 2010

José Luis Valladares Fernández

lunes, 8 de marzo de 2010

LA ESPAÑA POBRE DE ZAPATERO




El paso de José Luis Rodríguez Zapatero por la Moncloa va a suponer, para España, el mayor desastre económico de toda nuestra historia. Y si Zapatero continúa al frente del Ejecutivo español, es muy posible que volvamos a experimentar el hambre de nuestra dura postguerra. De aquella, teníamos por amigo algún que otro país rico, dispuesto a ayudarnos. Argentina, que aún no había sido empobrecida por la acción del populismo peronista, se aprestó a quitarnos el hambre. Incluso Estados Unidos, aunque de modo tardío y a regañadientes, nos incluyó interesadamente en el denominado Plan Marshall. Había que evitar, como fuera, hasta la más mínima posibilidad de que España recibiera influencias soviéticas.
Llevamos camino de alcanzar las mismas cuotas de pobreza y miseria de aquella época, generadas entonces por nuestra trágica Guerra Civil, y ahora propiciadas por la incuria y la incompetencia del presidente del Gobierno que padecemos. Estamos, efectivamente, a punto de salir de la recesión, pero no para recuperarnos económicamente. Con Zapatero esto es imposible. Salimos de la recesión, pero para entrar en una temible depresión, lo que va a empeorar considerablemente nuestra situación económica.
La diferencia entre depresión y recesión económica es muy clara. Aunque ambas se comporten de una forma similar, la depresión tiene consecuencias mucho más dramáticas que la recesión. Por dura que sea esta, con medidas estructurales muy concretas tomadas a tiempo, es relativamente fácil revertir la situación. Algo que no ocurre con la depresión, ya que esta implica una caída considerable de la actividad económica, una fuerte disminución del producto interior bruto, una prolongada contracción de la demanda y un nivel de desempleo inasumible. Las empresas, en esta situación, terminan por perder la confianza y es prácticamente imposible mantener una competitividad adecuada.
Ante situación tan crítica como la que se avecina, no va a ser fácil encontrar un país amigo que nos quite el hambre como en la década de los cuarenta, recién terminada nuestra Guerra Civil. Zapatero ha derribado todos los puentes que nos unían a los que debieran ser nuestros aliados naturales, y de los que podíamos esperar ayuda. Y todo esto lo ha hecho para afianzar su amistad con otros países dominados por regímenes francamente totalitarios, como Cuba, Bolivia, Venezuela y otros por el estilo. Es con quienes, de verdad, está en franca sintonía. La ayuda desmedida a estas dictaduras no hace más que acrecentar nuestra pobreza, ya que nuestro Gobierno les está dando el dinero que no tenemos.
El caso de Cuba es muy significativo y el que, a primera vista, más llama la atención. En los cuatro últimos años, el Gobierno de España ha triplicado las ayudas al país caribeño. De una ayuda económica de poco más de 13 millones, Zapatero la eleva considerablemente, con lo que, en esos cuatro años alcanza el montante total de 101 millones de euros. No paran aquí los repartos que Zapatero hace del dinero de los españoles para beneficiar a la dictadura de los hermanos Castro. El Ministerio de Cultura subvenciona a la República de Cuba con más de 110.000 euros para el pago de estancias temporales en la isla al objeto de realizar cursos de formación museística. A esto hay que añadir otros 470.000 euros que aportan las universidades españolas para los centros de educación superior de Cuba.
Ni los presos políticos, ni la muerte reciente de Orlando Zapata han servido para que Zapatero cambie de criterio. Ante todo quiere aparecer como el gran benefactor del régimen cubano, regalándole el dinero de nuestros impuestos. Ahora pretende condonar a Cuba, vía presupuestos, la bonita cifra de 1.500 millones que es la deuda que el país caribeño mantiene con España. A todas estas dádivas que recibe la dictadura castrista hay que sumarle las cantidades aportadas por las comunidades autónomas, que también han ido aumentando considerablemente. En el pasado año de 2009, esa cifra ha llegado a los 12 millones de euros.
Esta historia se repite con la Bolivia de Evo Morales, la Venezuela del indeseable Chávez, y la Nicaragua de Daniel Ortega. Y esta situación no empieza y acaba en los países citados. Es algo habitual en Zapatero, con cualquier dirigente sin escrúpulos, que mantenga secuestradas las libertades de los propios ciudadanos. Pese a nuestra delicada situación económica, España se está consolidando como un inversionista notable de todas estas repúblicas bananeras. El Gobierno de Zapatero pretende repartir este año más de 5,2 millones de euros en ayudas al desarrollo, cifra similar a la invertida en 2009.
Todos los países de la OCDE, ante el impacto de la crisis, han optado por reducir este tipo de ayudas. Zapatero, en cambio las mantiene y, en algunos casos, las incrementa. Está empeñado incluso que estas ayudas, en el horizonte de 2012, alcancen el 0,7% de la Renta Nacional Bruta. ¡Que Dios nos coja confesados!

Gijón, 7 de Marzo de 2010

José Luis Valladares Fernández

martes, 2 de marzo de 2010

ZAPATERO ANTE EL ESPEJO

El novelista ruso Dostoievski, allá por el año 1870, y en su novela los Demonios, da vida a un personaje sumamente interesante, llamado Verjovenskii. Dostoievski analiza el perfil psicológico del protagonista de esta obra literaria con todo detalle. Se trata de una persona muy polémica, carente de interioridad, y con un yo totalmente disgregado y caótico que tiene algo de demonio rebelde y, a la vez, algo de ángel redentor.
Casi siglo y medio después, aparece en escena José Luis Rodríguez Zapatero, que parece el alma gemela de Verjovenskii. Son muchas cosas las que tienen en común ambos personajes. Verjovenskii, según la descripción de Dostoievski, es todo un arribista político, que se apoya en las masas y que no renuncia a utilizar el hambre, la miseria y el dolor de los desarrapados para conseguir sus objetivos, a veces no muy limpios, y que hecha mano hasta de la subversión si de ella saca algún beneficio inmediato. Son esas muchedumbres, carentes de lo más elemental, las que le dan fuerza y le animan a actuar como un ser superior y fanático.
Desde que Zapatero llegó a la Moncloa actúa y obra aquí en España como Verjovenskii en la Rusia zarista y prerrevolucionaria. Como el revolucionario de la novela, Zapatero se constituye en el portavoz de los pobres a quienes dice defender y en el azote de los ricos, ante los que se arruga. Pero como Verjovenskii, más que ayudar a las muchedumbres necesitadas, las utiliza, se sirve de ellas miserablemente para reforzar su liderato tambaleante. A la vista está que, con Zapatero, el pobre es cada vez más pobre y el número de los necesitados aumenta progresivamente. Ya hay en España más de 8 millones de personas viviendo por debajo del umbral de la pobreza.
Con frecuencia, se sirve cínicamente de los más necesitados. No duda en acudir a la mentira y en usar con fruición cualquier tipo de trapacería para convertir a estas masas de manera interesada en la voz de su amo. Pero cuando hay en juego algún interés a la vista, ni la propia evidencia le detiene. Para lograr sus fines, les llena de atractivas promesas que no cumple nunca y ofrece repartir con ellos, de una u otra manera, parte de lo acumulado despiadadamente por los ricos y los especuladores.
Y al igual que las muchedumbres descalzas y rotas apoyaban ciegamente a Verjovenskii, los españoles pobres, los que se ven cada vez más necesitados, cierran filas de manera patética e incomprensible alrededor de Zapatero, a pesar de que salen siempre defraudados. Y cuando interesa, que es casi siempre, la mentira y el engaño forman parte del operativo de este personaje incoherente que nos gobierna y que cada vez nos hunde más en el desastre económico. Ahí están las últimas elecciones generales de 2008, donde Zapatero ocultó interesadamente nuestra situación económica, mintiendo con el descaro más reprobable, afirmando una y otra vez que vivíamos en una especie de Arcadia feliz, como ningún otro país europeo. Lo nuestro era la “Champions League” de la economía.
En el discurso de Zapatero aparecen frecuentemente los términos de “bienestar social” y “gasto social”. Son términos que, evidentemente, ha puesto en circulación el socialismo. Y Zapatero los utiliza profusamente en beneficio propio. Pero la historia es terca por demás y nos demuestra que, con el socialismo en el poder, el “bienestar social” decrece y se deteriora y el “gasto social” su trueca en una exigua limosna o en un mero acto de beneficencia. Y con Zapatero, dada su manera voluntarista de actuar y el populismo exagerado que utiliza, esa tendencia se acentúa considerablemente. Tienen que venir los denostados Gobiernos de derecha, o de centroderecha, para que aumente y se refuerce el “bienestar social”. En cuanto al “gasto social”, manteniendo las asignaciones puramente asistenciales, e incluso mejorándolas, sustituirán las limosnas por puestos de trabajo, lo que permitirá a muchas más personas vivir holgadamente, sin las estrecheces a que les obliga una simple ayuda social.
Como Verjovenskii, Zapatero tiene una personalidad muy difusa, desestructurada psicológicamente por el comportamiento interno de su yo, que unas veces se comporta como un yo empírico y otras como un yo público o político. Esto provoca esa incoherencia típica de Zapatero que le inhabilita para elegir adecuadamente los momentos oportunos para actuar y, más aún, para adoptar las medidas precisas para salvar las situaciones de riesgo que se presenten. También él, como el protagonista de los Demonios, sobrevalora su imagen de líder y de conductor de masas, lo que le impide adoptar medidas impopulares, aunque sean sumamente necesarias. De ahí que, a pesar de la recesión que padecemos, agravada por su propia inoperancia, no adoptara, ni a tiempo ni a destiempo, ninguna de las medidas estructurales que se necesitaban y que han llevado a otros países a iniciar su recuperación.
Para este tipo de medidas malmiradas busca compartir responsabilidades con jefes de otros partidos, en caso de lograr un pacto con ellos. Si no se llega a ese pacto, Zapatero no hará nada y continuaremos hundiéndonos cada vez más en el pozo de la recesión, pero entonces, los culpables serán los otros por no haber “arrimado el hombro”. Con este proceder, demuestra un elevado grado de cobardía, ya que cuenta con los apoyos precisos para tomar cualquier tipo de decisión. Lo demostró con las nefastas leyes del aborto y de la memoria histórica. Además, él es el responsable del Gobierno. Que se deje de disculpas y que reconozca abiertamente que carece de la valentía que demostró José María Aznar en 1996, con un Gobierno más minoritario que el que tiene hoy Zapatero.

Gijón, 1 de Marzo de 2010

José Luis Valladares Fernández