viernes, 29 de julio de 2011

ETA-BATASUNA EN LAS INSTITUCIONES


Desde que José Luis Rodríguez Zapatero fue investido presidente, se convirtió en el principal valedor de los separatistas vascos y catalanes y, además,  ETA encontró en el Gobierno un paraguas protector. El extraño maridaje de la banda terrorista y el Gobierno ha llevado a éste a protagonizar situaciones tan sumamente kafkianas, como el tratamiento dado en la cárcel a un asesino tan cruel como de Juana Chaos al que, al final, excarcelaron injustamente. No es menos estrafalaria la actitud de Zapatero cuando  llamó “hombre de paz” a un personaje tan siniestro como Otegui. Lo que sucedió después,  se veía venir, y Jaime Mayor Oreja supo predecirlo mucho antes de que sucediera. Describió, con todo lujo de detalles, las negociaciones secretas entre ETA y el Gobierno y hasta se atrevió a avanzar la hoja de ruta pactada.

Hoy hace 14 años del vil asesinato de Miguel Ángel Blanco. El secuestro y posterior asesinato del joven concejal de Ermua originó un sentimiento social tan extraordinario de rechazo a ETA, conocido como Espíritu de Ermua, que metió el miedo en el cuerpo al Partido Nacionalista Vasco. Toda la sociedad española dio muestras patentes  de su repulsa a estos hechos y proclamó abiertamente su oposición decidida a cualquier tipo de negociación con ETA. Las exigencias de la sociedad eran tan claras que Arzallus, presidente entonces del PNV, tuvo miedo a quedarse definitivamente sin los tradicionales vareadores de las nueces, de los que se aprovechaban impunemente y sin el menor recato.

Para desactivar el naciente Espíritu de Ermua, que consideraban hondamente peligroso para los intereses del separatismo vasco, el PNV promueve el Pacto de Estella, también conocido como los Pactos o Acuerdos de Lizarra. Fue un acuerdo claramente político, firmado en la localidad navarra de Estella el  12 de septiembre de 1998. Y lo firmaron, sin excepción, todos los partidos políticos vascos de carácter nacionalista. También se  adhirieron a este pacto  Ezker Batua-Berdeak,  el Partido Carlista de Euskalerria y, cómo no, algunos sindicatos y varias asociaciones. Aunque en el pacto se pedía el cese del terrorismo, lo que en realidad se buscaba era dar pasos firmes hacia la ansiada soberanía de Euskadi.

Es evidente que Zapatero, Alfredo Pérez Rubalcaba y sus huestes han errado el camino para enfrentarse al terrorismo etarra. En vez de utilizar los abundantes medios que nos proporciona el Estado de derecho, aplicando con rigor la legislación vigente, como hizo José María Aznar y su Gobierno, se han decantado por la negociación directa con ETA. No está muy claro, sin embargo,  quién es el que determina las condiciones en semejante negociación. Todos los indicios apuntan a que es ETA la que asigna el ritmo y  la que impone las exigencias de cada momento, seguidas ciegamente por el Gobierno. Este, tal como pensamos muchos, quizás no pretenda más que saldar cuentas atrasadas, pendientes desde aquel desgraciado 11-M que llevó a Zapatero a La Moncloa.

Los responsables del PSOE repiten muy ufanos, una y otra vez, que el final de la banda terrorista está muy próximo. Nos venden así una paz en el país vasco, que más que paz es una claudicación en toda regla. Los etarras ahora, efectivamente, no cometen atentados. Pero es que tampoco lo necesitan, ya que Zapatero y su Gobierno satisfacen prácticamente, y sin mayor problema, todos los requerimientos planteados por ETA. El PSOE, con su secretario general a la cabeza, está haciendo con los etarras una política de sainete, y de sainete muy malo, ya que, de manera consciente, les están sirviendo en bandeja el cumplimiento integro de todos sus caprichos.

Hace ya mucho tiempo que los socialistas comenzaron a liquidar sus deudas con los terroristas vascos. Fue en las elecciones generales de marzo de 2008, tal como predijo anticipadamente Mayor Oreja, propiciando que ANV pudiera presentarse a las mismas y accediera así a las instituciones del Estado. También, cómo no, excarcelando indiscriminadamente a presos vascos con gran significación dentro de la banda, y dejando huir a otros. Y lo malo es que seguimos igual. La resolución del conflicto pendiente entre el Gobierno y ETA pasa necesariamente por propiciar el desembarco de Bildu en los ayuntamientos y otras instancias oficiales, a pesar de la crisis democrática que esto representa.

Y el despropósito se consumó con el ignominioso fallo previsto del Tribunal Constitucional, al estimar la demanda de amparo de la coalición que mangoneaba Bildu. Y esto, a pesar  de los informes de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado que demostraban fehacientemente que Bildu es ETA y de la sentencia dictada por la sala especial del Tribunal Supremo que confirmaba este extremo. Y el resultado está ahí. Ya tenemos a ETA-Batasuna en la mayoría de los ayuntamientos vascos, y en buena parte de ellos al frente de la Alcaldía, y alguno de ellos tan importante como el de San Sebastián. Se ha lucido el Gobierno de  Zapatero y, sobre todo, se ha lucido el Tribunal Constitucional por haberse doblegado a los tejemanejes vergonzosos del Ejecutivo.

Las cuentas pendientes del Gobierno con la banda etarra, a raíz de los acontecimientos del 11-M, deben ser tan altas, que estos, hasta se permiten el lujo de reírse de Zapatero y de toda su tropa. No otra cosa se deriva del último comunicado de ETA, en el que anuncia con toda desfachatez y para que no queden dudas, que han sido ellos los que, el 22 de mayo pasado, ganaron la batalla política e ideológica. Y al PNV, como siempre, le faltó tiempo para bendecir la siniestra actuación del Gobierno socialista y el cobarde sometimiento del Tribunal Constitucional. No sé si los nacionalistas vascos se habrán, dado cuenta de que ahora son ellos los que varean las nueces y los terroristas de ETA son los que las recogen.

Barrillos de Las Arrimadas, 12 de julio de 2011

José Luis Valladares Fernández

viernes, 22 de julio de 2011

SEGUIMOS DESTRUYENDO EMPLEO

Después de tantos brotes verdes, tantas luces al final del túnel y de estar ya con la cabeza fuera del agua, viene junio y nos demuestra fehacientemente que el Gobierno estaba emulando, no sé si de manera inconsciente, a la protagonista del cuento de la lechera. La necesidad que tienen nuestros gobernantes de ofrecer algún dato positivo, les lleva irremediablemente a confundir sus deseos con la realidad. Pues llevamos ya tiempo que cada nueva estadística de desempleados, es una desilusión más para todos, incluidos los miembros del Gobierno. Y como la evolución del paro responde siempre a una situación económica concreta, habrá que solucionar previamente la crisis brutal que padecemos y que José Luis Rodríguez Zapatero y sus ministros no han hecho más que empeorar.

El día 4 de julio, el Ministerio de Trabajo dio a conocer el comportamiento del paro durante el mes de junio pasado. Según estos datos, el número de parados registrados en las oficinas de los servicios públicos de empleo, bajó durante dicho mes en 67.858 personas, un 1,62% más  que en el mes de mayo, pero un 3,5% menos que en junio de 2010. Nada más conocerse este dato, salió a la palestra la secretaria de Estado de Empleo, Mari Luz Rodríguez, anunciando que es “el mejor comportamiento del paro registrado en un trimestre de toda la serie histórica". Sin el menor análisis de los hechos, califica de muy “buena noticia”  la reducción del desempleo, de manera consecutiva, durante los tres últimos meses. En total, según estos datos, el paro descendió en más de 211.000 personas entre abril, mayo y junio.

Estos datos sobre la evolución del paro no son fiables, ya que no se tiene en cuenta el efecto temporal en función del periodo del año en que se producen y que, además, se prestan a los enjuagues interesados del Gobierno. En la marcha del paro interviene efectivamente  la situación económica. Pero también depende, en gran medida, de las estaciones del año. En España, por ejemplo y como consecuencia del gran desarrollo de nuestra industria turística, la primavera y los primeros meses del verano influyen decisivamente en la creación de empleo con el consiguiente efecto a la baja sobre el paro. Por lo que siempre será más justo reflejar las variaciones estadísticas del paro, teniendo en cuenta los evidentes efectos estacionales.

Si tenemos en cuenta las contrataciones temporales generadas por el turismo de cara a la época estival, la tendencia real del mercado laboral ya no es tan halagüeña como quiere hacernos ver Mari Luz Rodríguez. A pesar de esa caída coyuntural del paro en 67.858 personas, las correcciones estacionales nos indican que en junio tenemos 31.026 parados más que en mayo. Y para complicar aún más las cosas, a esta evolución negativa del desempleo, hay que sumar, además, una nueva caída del número de afiliados a la Seguridad Social.  Si a la vez tenemos en cuenta el maquillaje estadístico que tradicionalmente aplica el Gobierno desde el año 2008, los datos empeoran notablemente.

Los parados camuflados por el Ejecutivo durante el mes de junio, bajo el epígrafe de "demandantes de empleo no ocupados",  ascienden  a 275.407 personas. A los “demandantes de empleo no ocupados” hay que agregar los que demandan empleo, pero con “disponibilidad limitada” o “demanda de empleo específica”, que tampoco están contabilizados en las listas de desocupados, cuyo número asciende a 228.758. Son en total 504.165 la suma total de los desocupados que oculta el Gobierno. Si eliminamos el maquillaje estadístico que viene utilizando el Ejecutivo, la cifra oficial de  67.858 parados menos, tendríamos que reducirla notablemente y dejarla en 38.540 personas menos en las listas del paro, y que, eliminado el efecto veraniego,  en vez de disminuir el paro, aumentaría, como ya hemos visto, en 31.026 personas.

Como las desgracias nunca vienen solas, a la mala evolución del desempleo hay que añadir la constante caída del número de afiliados a la Seguridad Social. La media de la destrucción de empleo en el mes de junio fue de 5.612, la más alta desde que comenzó la crisis. La afiliación media a la Seguridad Social ha bajado un  1,12% durante el último año, de modo que, desde junio de 2010 hasta junio de 2011,  hemos destruido 199.203 puestos de trabajo. Con respecto al mes de mayo, la caída del número de afiliados a la Seguridad Social en el mes de junio supone un 0,28%, un total de 49.544 personas. Se trata de la mayor caída de cotizantes desde el pasado mes de febrero, y más del doble que en junio de 2010.

Estos datos, que están ahí y son incontrovertibles, nos demuestran que  “el mercado laboral continúa gravemente dañado, y cuatro años después del inicio de la crisis, aún no se aprecian indicadores de la recuperación en el empleo", según la Asociación de Grandes Empresas de Trabajo Temporal (AGETT). La tímida reforma laboral, impulsada tarde mal y nunca por el Gobierno, no ha solucionado ninguno de los problemas que pretendía abordar. Una prueba fehaciente de que la reforma laboral no pasó de un simple lavado cosmético, la tenemos en la tremenda dualidad que subsiste entre los trabajadores fijos y temporales. Debido a esta dualidad persistente, con respecto al mes de mayo pasado, la contratación temporal ha aumentado en 31.857 personas, mientras  que la contratación indefinida se despacha con 8.252 parados más. Está visto que la historia se repite invariablemente cada vez que los socialistas llegan al Gobierno.

Barrillos de Las Arrimadas, 9 de julio de 2011

José Luis Valladares Fernández

sábado, 16 de julio de 2011

NUEVO GOLPE AL ESTADO DE BIENESTAR

Para desempeñar honrosamente cualquier tipo de actividad, y más si ésta es pública, hacen falta ciertas cualidades innatas que desgraciadamente no tiene todo el mundo.  José Luis Rodríguez Zapatero, por ejemplo, carece de muchas de las dotes que se precisan para ser un buen gobernante. Carece, ante todo, de inteligencia y le sobra orgullo en la misma medida que le falta humildad para reconocer sus limitaciones, que indudablemente son muchas. Su actuación en el desempeño de su cargo al frente del Gobierno no ha podido ser más desastrosa para la inmensa mayoría de los españoles. Y a pesar del daño irreparable que está haciendo a nuestra economía, a  la que ha llevado al borde mismo del colapso y la intervención, se empecina en mantenerse al frente del Ejecutivo hasta el final de su mandato.

Los datos económicos son cada día más dramáticos.  Cinco millones largos de parados, el estancamiento continuado de la economía, el consumo por los suelos y la asfixiante deuda pública, son razones más que suficientes para que Zapatero convoque inmediatamente elecciones y se vaya tranquilamente a su casa. Es lo que hizo Geis Haarde, ex presidente del Gobierno de Islandia.  Geis Haarde, en efecto, ante el desplome  de la bolsa de su país, la quiebra de los cinco grandes bancos islandeses y la presión de la calle, dimitió ya en enero de 2009. Pero a Zapatero le falta responsabilidad. Rodríguez Zapatero  no solamente cierra los ojos como el avestruz para no ver los desastres provocados por su incapacidad y su incuria; cierra también los oídos para no oír el clamor de la calle que pide elecciones anticipadas.

La oportuna dimisión de Geis Haarde abrió el camino a un nuevo Gobierno que supo afrontar responsablemente los problemas adoptando las medidas oportunas, y de ser Islandia uno de los países más afectados por la crisis, fue el primero en recuperarse. Ahora el paro en Islandia es de un razonable 8%, mientras que en España sobrepasamos el 21%, una cifra francamente insostenible. Si a este nivel de paro tan alto, unimos la evidente destrucción del tejido industrial, la estrepitosa caída del consumo, la astronómica deuda pública y todas las demás variables que determinan la marcha general de la economía, aparece en toda su magnitud el desastre económico a donde nos ha llevado el Gobierno. Y a pesar de estar en plena crisis, nuestros gobernantes se ríen de nosotros, anunciando continuamente brotes verdes por doquier. Y entre tanto, siguen despilfarrando dinero a manos llenas, viajando en Falcon o en Audi A8, rodeados, eso sí, de infinidad de escoltas y de asesores inútiles.

Por decisión del Parlamento islandés, a Geis Haarde se le  procesó por la negligencia mostrada por su Gobierno a la hora de prevenir la crisis. Se trata de un caso verdaderamente insólito que, con muchas más razones, debiéramos realizar nosotros, los sufridos españoles. Pues Geis Haarde, por lo menos, escuchó la voz del pueblo dimitiendo cuando aún no era demasiado tarde. Y Zapatero, de manera harto insensata,  hace oídos sordos a la calle que le pide insistentemente que adelante las elecciones. No sé por qué se empeña en agotar esta legislatura, sabiendo perfectamente que esto complica aún más nuestra situación económica. Una de dos: o sigue instrucciones del  nuevo virrey Rubalcaba en espera del momento más oportuno para su candidatura, o quiere disponer del mayor tiempo posible para dejar colocados a todos sus más fieles escuderos.

Interesa que el pueblo hable cuanto antes, hasta para detener la continua degradación del estado de bienestar. Es cierto que los socialistas, y José Luis Rodríguez Zapatero con ellos, reclaman  insistentemente la paternidad del estado de bienestar social. Piensan de manera ilusa que el estado de bienestar como sistema de protección social,  solamente se preserva y se fortalece con ellos instalados en el Gobierno y se deteriora inevitablemente cada vez que la derecha gana las elecciones. La experiencia, sin embargo, nos dice todo lo contrario.  Ahí están, para demostrarlo,  los Gobiernos corruptos de Felipe González y el más lamentable aún del propio Rodríguez Zapatero. Usando sus propias palabras, podemos decir que Zapatero miente como un bellaco cuando afirma que él no ha hecho ningún recorte social. Debió ser Rajoy el que redujo los salarios a los trabajadores públicos y el que congeló posteriormente estos mismos salarios y las pensiones de los jubilados.

Y ahora Zapatero ha vuelto a asestar un nuevo golpe al estado de bienestar con la reforma de las pensiones aprobada el pasado día 27 de junio, con el único apoyo de los nacionalistas catalanes de CIU. La prolongación de la edad de jubilación a los 67 años de manera obligatoria y sin tener en cuenta otras consideraciones, hará que el sistema sea bastante más injusto, ya que conllevará pérdidas notables a la hora de cobrar la pensión, aunque se trabajen más años. Con esta reforma, tal como salió del Congreso, provocará inmediatamente la entrada en déficit del sistema. La ampliación de la vida laboral, como mucho, debiera ser voluntaria e incentivada, nunca impuesta obligatoriamente por ley.

Por si fuera esto poco, como necesitaba el apoyo de CIU para sacar adelante el proyecto de Ley redactado por el Gobierno, Zapatero promete a los nacionalistas catalanes comprar “Bonos Patrióticos” con el dinero de la Seguridad Social. No es la primera vez que el Gobierno, presidido por Rodríguez Zapatero, arriesga de manera irresponsable el dinero de las pensiones al hacer inversiones muy poco seguras. El Gobierno ha usado alegremente la hucha de las pensiones para comprar deuda pública española. Ante la dificultad creciente para colocar  esta deuda, por la poca seguridad que ofrece, llegó a vender los bonos, completamente seguros de Francia y Alemania, en que había invertido el Fondo de Reserva de la Seguridad Social,  importe que reinvirtió en deuda basura del Tesoro Público. Así no vamos a ninguna parte, salvo a la quiebra del sistema de pensiones.

Barrillos de Las Arrimadas, 30 de junio de 2011

José Luis Valladares Fernández

sábado, 9 de julio de 2011

INDIGNADOS, APROVECHADOS Y MANEJADOS

La aparición del “movimiento 15-M” coincidió con lo más enconado de la lucha interna del PSOE para suceder a José Luis Rodríguez Zapatero  y hacerse así con la candidatura para aspirar a la presidencia del Gobierno. A medida que crecían las evidencias del previsible fracaso socialista en las elecciones del 22 de mayo, aumentaba el número de los integrantes de ese movimiento, que conocemos como “indignados”. Una vez que Alfredo Pérez Rubalcaba recibe el compromiso firme de ser el único candidato, los supuestos “indignados” ocupan la emblemática plaza de la Puerta del Sol en Madrid y otras plazas importantes en las distintas ciudades españolas.
No hubo manera de que Rubalcaba interviniera, en su calidad de ministro de Interior, para disolver esas concentraciones de protesta, declaradas ilegales en la jornada de reflexión por la Junta Electoral Central. Nadie atendió tampoco a los comerciantes de sol, que se quejaban amargamente de que la ocupación de la plaza les estaba llevando directamente a la ruina. La disculpa dada por Rubalcaba para no intervenir fue un tanto peregrina. Confesó repetidamente que, mientras no hubiera alteración del orden público,  la policía no  intervendría, ya que su misión es  solucionar problemas, no  provocarlos. Se olvida el ministro de Interior que prometió solemnemente guardar la ley y, cómo no, hacerla cumplir también.

Desde que el Comité Federal del PSOE le respaldó como sucesor único de Zapatero, Rubalcaba ha antepuesto siempre sus intereses como candidato a la presidencia del Gobierno a sus obligaciones como ministro de Interior. Y como es proclive a utilizar la guerra sucia para conseguir sus propósitos, al igual que  hiciera antaño con los del “nunca mais”, con los del “no a la guerra” y con los que cercaban espontáneamente las sedes del Partido Popular después  de los terribles sucesos del 11-M, puso ahora en pie de guerra a estas dóciles y entregadas milicias. Como entonces obtuvo pingües beneficios con aquellas algaradas callejeras, espera ahora sacar provecho de estas concentraciones ruidosas, protagonizadas por los que ocuparon impunemente las plazas más simbólicas de las ciudades españolas.

Las redes sociales, en este caso, jugaron un papel francamente crucial. Gracias a estos medios, tan populares hoy, las personas que respondieron a esta convocatoria ha sido relativamente importante. Una vez ocupadas las plazas públicas por estos supuestos “indignados”, fue la amplia cobertura de los medios de comunicación lo que contribuyó decididamente a dar a estos movimientos más relevancia de la que en realidad tienen. De este modo, los diferentes grupos que integran el autodenominado “movimiento 15-M”, con la venia culpable de los responsables del Gobierno, llevan la protesta a las calles y se instalan  ilegalmente en muchas plazas públicas de España.  Buscan con esto, echarle una mano al flamante candidato socialista, a la vez, que ensayan  lo que piensan hacer cuando gobierne el Partido Popular. Pues saben que, después de las próximas elecciones, Rubalcaba les necesitará para hacer mas oposición en la calle que en el parlamento, como ocurrió cuando el prestige y, sobre todo, a raíz de los brutales  acontecimientos del 11-M.

El grupo de los “indignados” callejeros, aunque prácticamente todos sus componentes son de izquierdas, es bastante heterogéneo. Además de los incondicionales de Alfredo Pérez Rubalcaba, nos encontramos, cómo no, con otro conjunto mucho más extremista, constituido por los anti sistema, los ocupas y los pescadores en rio revuelto. Todos estos, con su izquierdismo radical y patológico, estuvieron a punto  de echar por tierra la misión encomendada a los que obedecen ciegamente a Rubalcaba. Este procuró ganarlos para su causa, escuchándoles y admitiendo muchas de sus exigentes propuestas. Ahí tenemos ahora, no sé si a Alfredo, a Pérez o a Rubalcaba, girando a la izquierda y criticando duramente a los banqueros. Más o menos, es lo que se ha hecho, desde el Ejecutivo, con los separatistas catalanes y vascos, a los que se les otorgaron concesiones que van mucho más allá de lo que admite nuestra Constitución.

Por último forman también parte del grupo de los “indignados” los idiotas o tontos útiles que, como no están de acuerdo con la marcha actual de la política, están indignados de verdad y sirven inconscientemente de coro a las ideas perversas puestas en práctica, con toda su malicia, por Alfredo Pérez Rubalcaba. Fue Lenin el primero que utilizó esta expresión. Llamaba “idiotas útiles de Occidente” a los extranjeros que visitaban  la URSS e ingenuamente  se dejaban engañar por las visitas guiadas a centros especialmente preparados para hacer propaganda del régimen. De regreso a sus países de origen, se convertían en los más entusiastas propagandistas de los logros y excelencias logradas por el régimen soviético. Es lo que en realidad están haciendo los pocos que, sin ser de izquierdas, han hecho causa común con el “movimiento 15-M”.

A pesar de las discrepancias internas entre los diversos componentes del grupo de los “indignados”, todos ellos coinciden en criticar abiertamente a los políticos, a los banqueros y al sistema en general. Pero en realidad a quien critican y contra quienes van dirigidas sus palabras malsonantes, son siempre los mismos, los políticos de la derecha. Ahí están los insultos lanzados contra Esperanza Aguirre, los abucheos a Ruiz Gallardón a las puertas de su propia casa y las invectivas violentas contra quienes se han atrevido a criticar la legalización  de Bildu. En Murcia llegaron a tomar la sede de la televisión autonómica y hasta tuvieron la increíble osadía de asaltar un centro comercial. En Valencia, quisieron complicar las cosas a los claros ganadores de las últimas elecciones autonómicas, concentrándose ante las Cortes de esa Autonomía. Y todos hemos visto por las cámaras de televisión los hechos acaecidos en Cataluña. Sin embargo, ni un mal gesto, ni una mala palabra contra el verdadero responsable de nuestra situación económica. Y tampoco, que ya es decir, contra los etarras de Bildu. Todo ello es sumamente sospechoso.

Barrillos de Las Arrimadas, 28 de junio de 2011

José Luis Valladares Fernández

sábado, 2 de julio de 2011

ALFREDO HACIENDO DE RUBALCABA

Rechazadas las dos impugnaciones a su candidatura, Alfredo Pérez Rubalcaba es ya el candidato definitivo a la presidencia del Gobierno para las próximas elecciones generales. Un rival duro para Mariano Rajoy, más que por su valía personal, por su capacidad para retorcer los  hechos, intrigar y preparar las más inverosímiles trifulcas. El PSOE no espera recuperar plenamente la confianza de los ciudadanos españoles con Rubalcaba, aunque nunca se sabe y puede haber un milagro. Con su nominación buscan desesperadamente salvar los muebles, limitando el descalabro electoral que auguran con insistencia todas las encuestas serias.

Que Pérez Rubalcaba no es de fiar y que siempre juega sucio, ha quedado ampliamente demostrado con las maniobras urdidas para apartar de las primarias a cualquier otro competidor atrevido.  Defenestrada Carme Chacón, su rival más peligrosa por el conocido apoyo que recibía de Zapatero, Rubalcaba  cerraba el paso a cualquier otro aspirante, al imponerles la condición de reunir 22.000 avales en un plazo muy pocos días. Surgieron hasta tres héroes, que lo intentaron inútilmente, pero que se vieron obligados a desistir ante la imposibilidad manifiesta de reunir esas firmas en tan escaso periodo de tiempo. A pesar de estos enjuagues interesados para ser candidato único, Rubalcaba nos sigue hablando de primarias y de la ejemplar democracia interna que resplandece en todos los actos del partido socialista.

Acostumbrado a jugar con ventaja, aún después de ser proclamado candidato definitivo por la Comisión  de Garantías Electorales del PSOE, se aferra de manera irregular a los cargos institucionales de ministro del Interior, de portavoz del Gobierno y hasta de vicepresidente primero del Gobierno. Sabe que así rentabiliza mucho mejor su condición de candidato. Lo más normal y razonable es que hubiera dimitido de todas sus responsabilidades en el Ejecutivo, desde el momento mismo en que finalizó el proceso de su designación, como oportunamente hizo en su día Mariano Rajoy, su rival en las próximas elecciones generales.

Está muy claro, a la vista de lo sucedido el 22 de mayo, que el PSOE sigue anclado en su pasado inane y tortuoso y no ha querido hacer ningún tipo de autocrítica. Lo fio todo al “efecto Rubalcaba” para recuperar el favor perdido de los votantes. Pero el esperado “efecto Rubalcaba” se esfumó desde el primer momento, ya que el flamante sucesor de Zapatero no ha sido capaz de proponer medidas coherentes y sugestivas. Acusa a Rajoy de propiciar criticas despiadadas  al Partido Socialista, pero sin aportar medida alguna concreta.  Y cuando el presidente del Partido Popular se soltaba con un paquete  de medidas de austeridad, más o menos concretas y valientes, el todopoderoso vicepresidente las despreciaba y hasta se burlaba de ellas.

El actual ministro de Interior a tiempo parcial busca desesperadamente soltar lastre y desprenderse de su incómodo pasado. Pesa demasiado el asunto de los GAL con sus secuestros y asesinatos, la cal viva, la complicada negociación con ETA que culminó, con el delictivo chivatazo del Bar Faisán, en una clara colaboración con la banda terrorista. Aunque ha sido el instigador de todos los desaguisados cometidos por Zapatero, quiere ahora poner tierra de por medio con el presidente del Gobierno, al que ha manejado desvergonzadamente durante todos estos últimos años. Puesto que ha sido desde la sombra el mentor de Zapatero, es también el auténtico responsable de las políticas nefastas y frecuentemente sectarias, puestas en práctica por el Ejecutivo y que nos han llevado al desastre moral y económico que padecemos.

Desde que el todopoderoso vicepresidente es el candidato oficial a la presidencia, se empeña en hacernos ver que siempre ha guardado una notable distancia con el presidente y con sus colaboradores más directos. Y Rubalcaba escenifica este hecho, conformando su equipo para la próxima contienda electoral, sustituyendo a José Blanco y a Carme Chacón por Elena Valenciano y Jesús Caldera.  Quiere hacernos ver que tiene su propia política y que dispone de la oportuna receta para salir definitivamente de esta crisis. Es lo que ha repetido una y otra vez ante las distintas federaciones del partido socialista: que está a años luz del zapaterismo y que dispone  de las fórmulas precisas para enderezar nuestro azaroso acontecer diario.

Estrenó su candidatura definitiva a las elecciones generales de 2012 en Valladolid, prometiendo solemnemente restaurar el prestigio de la enseñanza, de esa enseñanza a la que tanto daño hizo, en tiempos de Felipe González, al intervenir directa y personalmente en la redacción de tan infaustas leyes como la LOGSE y la Ley de Reforma Universitaria (LRU). Dice que la educación es la “gran palanca” de la igualdad con la que se pueden mover muchas cosas y se impone una mejora sustancial de la misma. Para conseguirlo, según nos dice, hay que extremar las exigencias en la selección y formación del profesorado. Y no ve otra mejor manera que utilizar el sistema riguroso del MIR para elegir a los médicos mejor preparados.

También presenta batalla por el estado de bienestar social y reclama, sin el más mínimo recato,  la paternidad del mismo para el partido socialista. El estado de bienestar, según Rubalcaba, es una creación del PSOE y, por lo tanto, para preservarlo de los indudables recortes que haría Rajoy, hay que plantarle cara al Partido Popular en las próximas elecciones. Y agrega presuntuosamente que deben ser los socialistas los que introduzcan las modificaciones oportunas, ya que “cuando hay que remozar un edificio lo mejor es que lo haga el arquitecto que lo construyó”. La realidad, sin embargo, es muy distinta. El estado de bienestar, como sistema de protección social, no es un invento socialista, ni mucho menos. Apareció de la mano de un miembro de la Cámara de los Lores, el Barón Keynes de Tilton, empeñado ya en procurar el pleno empleo. Y Keynes no era precisamente un socialista.

Posteriormente se fue perfeccionando este sistema de protección social gracias a la actuación de otros personajes, ninguno de ellos socialista, entre los que encontramos al mismísimo Konrad Adenauer y al británico William Beveridge, Barón  de Tuggal, que realizó una de las primeras formulaciones muy similar a la actual seguridad social. En España, es Eduardo Dato, creador del Ministerio de Trabajo, el que pone la primera piedra del estado de bienestar con su incipiente legislación social. Y por supuesto, Eduardo Dato era conservador. Posteriormente, a mediados de los años 50, y sobre todo a partir de 1964, fue el régimen de Franco el que dio un impulso, casi definitivo, al sistema de protección social. Sistema que se fortaleció aún más, una vez recuperada la democracia, pero no en tiempos de Felipe González, ni actualmente con Zapatero, con quienes el paro ha desbordado todas las estadísticas. El socialismo ha sido históricamente, en España y a nivel mundial, el peor enemigo del estado de bienestar pues, como dice Esperanza Aguirre,  “cuando los socialistas entran por las puertas, los empleos salen por las ventanas”. 

Barrillos de Las Arrimadas, 22 de junio de 2011

José Luis Valladares Fernández