jueves, 25 de agosto de 2011

¿A QUÉ JUEGA ESTA GENTE?


LOS ABANDERADOS DE LA ALIANZA DE  CIVILIZACIONES

Está más que demostrado que José Luis Rodríguez Zapatero es completamente ajeno al desaliento y no hay contratiempo alguno que le arredre. Sabe que estamos al borde de la quiebra, ahogados por los intereses de la deuda y con más de cinco millones de parados y, aún así, sigue despilfarrando alegremente el dinero de los españoles. El Boletín Oficial del Estado del pasado 12 de agosto nos indica que el Ministerio de Exteriores, por medio  de la Agencia Española de Cooperación Internacional, fundió más de 82 millones de euros en proyectos que tienen muy poco que ver con las necesidades de los países más pobres. Y el Ministerio de Trinidad Jiménez dio giro a esta cantidad de dinero solamente en el segundo trimestre del año.

A esta importante cantidad de dinero hay que agregarle lo que dicho Ministerio fundió, en el mismo programa, en los  tres primeros meses del año, cuyo importe ascendió a más de 85 millones de euros. Esto quiere decir que el Ministerio de Exteriores, él solito, a pesar de nuestra asfixiante necesidad de dinero, ha dilapidado bastante más de los 167 millones de euros del dinero de nuestros impuestos, en supuestos proyectos humanitarios fuera de nuestro País. Parece ser que el sufrimiento de los cinco millones de parados,  incapaces de cubrir las necesidades básicas de su propia familia, carece de importancia para Zapatero y para su Gobierno. Demuestran palpablemente que no les quita el sueño  ni la acuciante falta de liquidez de caja, tanto de los gobiernos autonómicos como del propio Estado, ni la debacle financiera que padecemos y que está dejando en cuadro a nuestro tejido industrial

Al analizar las distintas partidas de estas disparatadas subvenciones, veremos que no solamente desprecian nuestras necesidades económicas más elementales. Tampoco se ocupan  de minimizar los problemas de los más pobres de los países agraciados. Estas provisiones generosas de dinero, más que a organizaciones que puedan desarrollar algún proyecto interesante en el tercer mundo, suelen ir a parar a las manos de Gobiernos corruptos o, como mucho, a alguna institución pública poco escrupulosa. Estas subvenciones suelen ser  extremadamente generosas cuando se trata de Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua, ya que personajes como los Hermanos Castro, Hugo Chaves, Evo Morales o Daniel Ortega ejercen un poder sumamente peligroso sobre sujetos de la calaña de Rodríguez Zapatero.  

Con cargo a nuestro  exhausto erario público, por ejemplo, se entrega a la Nicaragua de Daniel ortega nada menos que 8 millones de euros, como ayuda para el “desarrollo integral” de uno de los  barrios de Managua. La Bolivia de Evo Morales, como es natural, resulta también agraciada con casi 5 millones y medio de euros. Y como no podía ser menos, la tómbola de Zapatero, a costa de los sufridos contribuyentes españoles,  premia a la dictadura cubana de los Castro con 1.750.000 euros, para que los dedique al desarrollo rural de la parte oriental de Cuba. La magnanimidad de nuestro Gobierno no podía dejar que Hugo Chávez se fuera de vació y le proporciona 300.000 euros, destinados al mantenimiento de dos escuelas-taller de Venezuela.

Olvidándose de nuestras necesidades más acuciantes, el Ministerio de Exteriores habilita importantes partidas de dinero para agraciar a distintos organismos, como la organización Internacional del Trabajo, que recibe 3.500.000 euros;  o la misma ONU, a quien subvencionamos con más de 11 millones de euros para sus programas que mantiene abiertos en Sudán y en el Congo. Llaman poderosamente la atención los 7.000.000 de euros concedidos directamente para apoyar el presupuesto del Ministerio de Finanzas de Mozambique. Y no digamos nada de los 316.904 euros que se destinan para la financiación de los derechos reproductivos de las mujeres de Mali donde, como es sabido, la mayor parte de su población está, viviendo por debajo del umbral de la pobreza.

Y estando José Luis Rodríguez Zapatero al frente del Ejecutivo,  sería impensable que no habilitara alguna partida especial a su trasnochado proyecto de la Alianza de civilizaciones. Aunque se trata de un proyecto compartido con  Recep Tayyip Erdogan, primer ministro Turco, somos nosotros los que quijotescamente cargamos con el grueso de la factura. Desde que Zapatero se adhirió a semejante idea, llevamos ya gastados casi 7.000.000 de euros en el dichoso invento. En esta ocasión han sido 650.000 los euros invertidos caprichosamente en la financiación de la Alianza de Civilizaciones, olvidándose para ello de otras  muchas necesidades, bastante más urgentes y apremiantes que esta. Eso sí, desde el Gobierno nos dan una disculpa sumamente peregrina: se trata, dicen, de "analizar las causas de las divisiones que ponen en peligro la paz”. Aprovechan la ocasión, eso sí, y nos proponen “una serie de medidas concretas de carácter político”, a las que dan un valor desmesurado para evitar definitivamente cualquier tipo de guerra.

Es difícil saber a qué juegan Zapatero y todos sus ministros. Con la legislatura actual prácticamente agotada, y con un Gobierno en tiempo de descuento,  es inconcebible  que hagan estos dispendios tan extraordinarios fuera de nuestras fronteras, en circunstancias tan críticas para nuestra economía. Llegan hasta el intolerable hecho de congelar las pensiones y reducir drásticamente los salarios de los trabajadores públicos y a subir los impuestos para reunir un dinero que después despilfarran alegremente.  Semejante comportamiento solamente tiene una explicación posible: limpiar las arcas públicas hasta de telarañas para que, si gana el Partido Popular en las próximas elecciones, las encuentre vacías y no pueda desarrollar normalmente su previsible acción  de gobierno. Es, ni más ni menos, lo que ya hicieron algunos barones socialistas, entre los que destaca Barreda, al ver que perdían las elecciones autonómicas.

Barrillos de las Arrimadas, 16 de agosto de 2011

José Luis Valladares Fernández



viernes, 19 de agosto de 2011

ASÍ ES Y ASÍ HABLA LÓPEZ I CHAMOSA


Es cierto  que la diputada socialista Isabel López i Chamosa carece, como ella misma ha dicho, de “conocimiento” y de “un cuerpo como el de Claudia Schiffer”. Pero no podemos negarle  que tiene una facilidad pasmosa para crear ciertas situaciones extremadamente jocosas que, al menos, nos hacen reír. Se la tilda injustamente de “portento lingüístico”  por su mala sintaxis y por sus abundantes faltas de ortografía, pues a lo mejor, en sus años jóvenes, no tuvo la oportunidad de estudiar. No podemos olvidar que nació en Mondoñedo (Lugo), emigrando más tarde a Cataluña y, tanto en Galicia como en el país catalán de la inmersión lingüística, predominan anormalmente dos lenguas distintas del español.

Aclarados estos extremos que pueden disculparla, reconocemos  que tiene salidas de peón caminero que se prestan a la chirigota más divertida. López i Chamosa reta a sus detractores a que, si se creen más preparados que ella, se presenten a las elecciones para el Congreso. Pues los ciudadanos “con su voto nos ponen a cada uno en su lugar”. La diputada del PSOE por Cataluña llegó al Congreso en 1996 y, desde entonces, ha vuelto a ser reelegida en todas las convocatorias. Evidentemente la ínclita Chamosa se olvida de algo muy esencial: que en España no hay listas abiertas, y los votantes solamente pueden elegir una de esas listas elaboradas por los partidos políticos.

Por lo que parece,  López i Chamosa carece de títulos académicos importantes, pero le sobran cargos y, si se quiere, títulos honoríficos. Además de pertenecer a la Comisión Ejecutiva del PSC y de formar parte de la UGT, es presidenta de la Fundación Mª Aurelia Capmany, presidenta de la Asociación de Educación de Adultos “Juan Ribera”, vicepresidenta del Institut per al Desenvolupament de la Formació y l’ocupacio (IFOC) de Catalunya y portavoz del PSOE en la Comisión del Pacto de Toledo. Demasiadas responsabilidades  para una simple diplomada socio-laboral por la UNED.

Como portavoz del PSOE en el Pacto de Toledo, López i Chamosa protagonizó una anécdota un tanto chusca, pero sumamente divertida. Al finalizar una de las reuniones, celebrada dentro del marco del Pacto de Toledo, donde se trató el tema de la ampliación de la edad de jubilación, compareció en rueda de prensa para dar cuenta del documento aprobado. Y sin el menor atisbo de nerviosismo, llena de confianza en sí misma, comienza su comparecencia con unas palabras muy mal hilvanadas, reveladoras, eso sí,  de su mayúscula ignorancia sobre el tema. “Yo creo  -dice a los periodistas-  que es evidente que no entendáis nada, yo tampoco”. Pero llena de buena voluntad  y para explicárselo adecuadamente, agrega sin el menor titubeo que ella viene de la reunión y que no ha entendido nada. De ahí que “lo mejor es esperar a mañana que nos den la redacción… Les puedo asegurar una cosa aunque ustedes no se lo crean. Yo no sé lo que está planteando el Gobierno ni lo que están metiendo en el proyecto de ley o en lo que están presentando. Les puedo asegurar que tengo tanta idea como ustedes”.

Con Isabel López i Chamosa, no hay lugar para el aburrimiento. Su particular forma de expresarse, transgrediendo, eso sí, hasta las normas más elementales de la gramática, resulta sumamente entretenida. La última de sus divertidas perlas nos la dejó en el Congreso de los Diputados, cuando se dio vía libre a la reforma de las pensiones y al retraso de la edad de jubilación con los votos del PSOE y del PNV. En vez de Jesús Caldera, que era el portavoz nombrado por los socialistas para este tema, fue su compañera López i Chamosa la que, de manera imprevista, tomó la palabra para cantar las excelencias de dicha Ley.

Comenzó Chamosa, con su más puro y encendido estilo, afirmando que "dentro de dos años me dirán que ha sido muy buena reforma". Y como no podía ser de otra manera, la emprendió contra el Partido Popular. Según esta diputada socialista, el PP antepone sus propios intereses a los del Estado, aunque peligre incluso la viabilidad de la Seguridad Social y la garantía futura de las pensiones. "Son la derecha rancia que no soportan que el Gobierno esté en manos de la izquierda", agregó la diputada socialista.  Isabel López i Chamosa termina su apasionada intervención defendiendo calurosamente la reforma de las pensiones y lanzando al aire una nueva frase digna de su autora: "si esto no es protección social que venga Dios y Pablo Iglesias y lo vean".

        Barrillos de las Arrimadas, 6 de agosto de 2011

        José Luis Valladares Fernández

jueves, 11 de agosto de 2011

A VUELTAS CON LA BURBUJA INMOBILIARIA

Mucho ha llovido desde aquel 15 de enero de 2007, cuando José Luis Rodríguez Zapatero, presa de un arrebato repentino de optimismo, confesó entusiasmadamente: "Vamos a superar a Alemania en renta per cápita. De aquí al 2010 les podemos superar perfectamente. Igualar y superar ligeramente. Es que el crecimiento de España está en el 4%. Creando empleo. Sólo con esa cifra uno, como presidente de Gobierno, se siente ya absolutamente reconfortado en el balance de su actuación". De aquella aún no se había extinguido por completo el impulso dado por el Gobierno de José María Aznar a la economía española. Y eso, a pesar del obsceno despilfarro iniciado por Zapatero desde el momento mismo en que fue investido presidente y, cómo no,  de su errática y equivocada política.

Pero el efecto beneficioso de la herencia recibida de Aznar ha llegado a su fin y el estado de nuestras cuentas no puede ser más catastrófico, circunstancia que nos  coloca en el furgón de cola de la Unión Europea. Pero Zapatero, como siempre, tratará de desvincularse de cualquier situación negativa  y buscara insistentemente a alguien a quién echar la culpa de la tremenda crisis económica que padecemos. Por supuesto, según nos dice, la raíz de todos los males de nuestra economía está en el abuso irresponsable que se ha hecho del ladrillo durante los mandatos de Aznar. Y tenía que ser José María Aznar, quizás influenciado maléficamente por el ex presidente norteamericano George Bush, el que pusiera en marcha la dichosa burbuja inmobiliaria.

En  el último Debate celebrado sobre el estado de la Nación, Rodríguez Zapatero se queja amargamente de la burbuja inmobiliaria que heredó de los Gobiernos de Aznar. Pues no puede ser una herencia buena el crecimiento alocado de la inversión en vivienda, desatado entre 1996 y 2004, circunstancia que provocó un endeudamiento desmesurado de las familias.  Circunstancia esta que, además de agravar nuestra crisis económica, ha propiciado  la destrucción de empleo tan elevada que padecemos. Zapatero llegó a afirmar incluso que estaba profundamente arrepentido de no "haber pinchado o intentar pinchar la burbuja inmobiliaria con la que conviví durante dos o tres años".

Según Zapatero, nuestra crisis económica está vinculada casi exclusivamente  a la crisis del ladrillo, a la dichosa burbuja inmobiliaria. No se da cuenta que hay otras burbujas, tan culpables, o más, de nuestra situación económica, como es el caso de la burbuja financiera, la burbuja de las energías renovables, la burbuja creciente de nuestra deuda pública y, cómo no, la burbuja de su propia  incompetencia planetaria. Su única obsesión es la burbuja inmobiliaria, heredada del Partido Popular. Para el actual presidente del Gobierno, el 70% de los puestos de trabajo, perdidos en España durante estos años de crisis, proceden de la burbuja inmobiliaria derivada de las leyes habilitadas por el Gobierno de José María Aznar. La prueba del algodón, según Zapatero, está en que la mayor parte del paro en España procede del sector de la construcción.

La evidente crisis del ladrillo ocasionó muchos y muy graves problemas, entre los que destaca claramente el insostenible endeudamiento de las familias españolas. Las hipotecas y el derroche incontrolado del ahorro familiar en la construcción, dieron lugar a que peligrara la estabilidad financiera de las cajas de ahorro y de otras entidades bancarias que imprudentemente  incitaban a la inversión inmobiliaria. Ni el propio Rodríguez Zapatero, ni sus secuaces socialistas quieren darse cuenta del hecho constatable de que, cuando se hicieron cargo del Gobierno, la demanda de viviendas estaba muy por encima del  stock disponible. En marzo de 2004, hasta el mismo crédito estaba perfectamente saneado.

Fue ya, con Zapatero en La Moncloa, cuando la vivienda comenzó a incrementar su precio muy por encima del IPC, hecho que determina el inicio de la burbuja inmobiliaria. ¿Cuál ha sido la causa de ese desbarajuste anormal del precio de la vivienda? La falta de suelo edificable, la especulación y la recalificación, así como el exceso de crédito, forman parte de los factores externos que han dado al traste con ese equilibrio necesario entre el coste de la vivienda y el IPC.  Ante todo, no es de recibo que la firma del concejal de urbanismo de turno influya tan decididamente en el alza del precio de la vivienda. El Partido Popular quiso prevenir este extremo con la frustrada Ley del Suelo de 1998, que no pudo aplicarse, ya que el Tribunal Constitucional avaló la competencia de las comunidades autónomas sobre el suelo edificable.

Ahora viene Alfredo Pérez Rubalcaba, se presenta como un soplo de aire nuevo presto a regenerar el PSOE, enterrar definitivamente el zapaterismo y, de paso, arreglar todos nuestros problemas económicos y sociales. Aunque el Gobierno del que él formó parte durante mucho tiempo como vicepresidente no supo poner freno a la destrucción de empleo, Rubalcaba confiesa ufanamente que sabe cómo solucionarlo. Quizás esté pensando en la burbuja inmobiliaria, de la que dijo que “tuvo algunas ventajas”, ya que “nos hizo vivir a todos bien, incluso demasiado bien, incluso por encima de lo que realmente teníamos que haberlo hecho”, aunque “ha tenido consecuencias desastrosas para muchas cosas”. Por lo menos ha dado a entender que quiere  “revitalizar la construcción”, aunque sea nada más  que para no pasar del “atracón al ayuno”.

Barrillos de Las arrimadas, 28 de julio de 2011

José Luis Valladares Fernández

viernes, 5 de agosto de 2011

CUALQUIER DISCULPA ES BUENA

Ya va siendo hora de que José Luis Rodríguez Zapatero deje de soñar despierto, analice desapasionadamente la crítica situación económica española y escuche el clamor de la calle que pide su dimisión inmediata. Y más ahora que, por instigación directa del candidato Rubalcaba o de Felipe González, o de ambos a la vez, un medio de comunicación tan poco sospechoso y significativo como El País se une, de  manera inesperada, al coro de los que exigen insistentemente elecciones anticipadas. Ayer mismo, en un editorial claro y contundente del diario de Prisa, se afirmaba rotundamente que si Zapatero "quiere rendir un último servicio" a España debe abandonar el poder "cuanto antes".  Además, continua el editorial, puede estar seguro que "los españoles en su conjunto, y los votantes socialistas, en particular, se lo agradecerán”.

El diario El País no duda en aportar las razones que le han llevado a tomar semejante determinación: "nos encontramos con un país amenazado de ruina (atrapado en la vorágine de los mercados financieros desatada sobre Europa), sin perspectiva, con serios problemas de cohesión social y aun territorial, en el que cunde la desilusión entre los ciudadanos sin distinción de ideologías o de clase social".  Y concluye diciendo que  existen "motivos más que fundados para la intranquilidad". Hasta el consejero delegado del grupo Prisa, Juan Luis Cebrián, firma un artículo, en el mismo periódico, expresando iguales o similares pretensiones. Y no duda en afirmar que el "deterioro preocupante" del PSOE "amenaza con desequilibrar el futuro inmediato de nuestras instituciones políticas".

Hoy estaríamos caminando hacia la recuperación económica definitiva, si aquel 12 de mayo de 2010 Rodríguez Zapatero, en vez de anunciar el mayor recorte social de la historia española, disuelve Las Cortes y presenta su dimisión irrevocable. Pero su inteligencia y su responsabilidad no daban para tanto. Se cansó de fanfarronear que mientras él fuera presidente no se tocarían ni las pensiones, ni el sueldo de los funcionarios, ni nada que supusiera la más mínima merma del Estado de  Bienestar. Cuando Ángela Merkel y otras instancias comunitarias le leyeron la cartilla, en vez de presentarse en El Congreso y renunciar a su cargo, prefirió desdecirse cobardemente y tragarse su orgullo y, con la cara demudada, anunciar un recorte drástico de gastos a costa del salario de los funcionarios y de las pensiones.

Nuestra economía se halla en situación catatónica y socialmente caminamos con paso firme  hacia una descomposición generalizada. Está además muy claro que la pérdida de confianza de Zapatero es clamorosa y evidentemente irrecuperable. Y aún así, no hay manera de que el presidente del Gobierno disuelva las cortes y se vaya tranquilamente a su casa. Dice que su responsabilidad se lo impide, ya que antes, dice,  tiene que completar las distintas reformas que se han puesto en marcha que ni son reformas, ni son nada. Ahora han encontrado otra disculpa más para prolongar la inconcebible agonía de esta legislatura. Es Jáuregui, el actual portavoz del Gobierno, el que nos dice que el adelanto de las elecciones sería extremadamente perjudicial para la solvencia y la credibilidad de España. Lo que hay que ver y que escuchar. Por lo que se ve, cualquier disculpa es buena, cuando se trata de seguir en la poltrona

Rodríguez Zapatero ha conseguido que el año 2011 resulte más largo que el año 46 de la antigua Roma.  El año 46 a. c. fue largo para los romanos, ya que Cesar introdujo tres meses de los llamados intercalares para reajustar el calendario romano al año astrológico. El año 2011, sin embargo, está resultando ya demasiado largo por el empecinamiento de Zapatero en mantenerse, contra viento y marea, al frente del tambaleante Gobierno español. ¿Qué pretende? ¿Disponer de tiempo para dejar aceptablemente colocados a todos sus pupilos, o al menos a la mayoría de ellos? ¿O simplemente se trata de satisfacer su desmedido ego personal? No hay, en realidad, más salidas.

Barrillos de Las Arrimadas, 19 de julio de 2011

José Luis Valladares Fernández

Nota:
Esta entrada fue escrita el día 19 del pasado mes de julio. Posteriormente a esta fecha, Zapatero se descuelga con el anuncio de que las Elecciones Generales se adelantarán  al 20 de noviembre. Nos ahorra simplemente tres meses de agonía.  Demasiado poco tiempo para lo largo que se nos está haciendo esta legislatura. Si le quedara aún algo de vergüenza torera, disolvería ya las Cortes ahora en agosto, en vez de hacerlo, tal como ha anunciado, a finales de septiembre.