viernes, 3 de mayo de 2013

CÁNDIDO MÉNDEZ SE RETRATA


Acaba de celebrarse en Madrid el 41 Congreso Confederal de la UGT y, como era de esperar, volvió a ser reelegido, cómo no, el inevitable Cándido Méndez para continuar al frente de la Secretaria General del sindicato socialista. Los delegados que asisten a dicho congreso, además de criticar duramente la austeridad y la política económica del Gobierno del Partido Popular, acuerdan hacer una llamada a los afiliados para que defiendan  “con ahínco la honestidad y el compromiso de nuestros cuadros y dirigentes sindicales”. Quieren que se les desvincule del cobro de comisiones ilegales en las regulaciones de empleo de Andalucía.

Deciden igualmente, y también por unanimidad, limitar a tres los mandatos a los que pueden optar los distintos cargos de la organización sindical. Acto seguido proceden a la elección de la Comisión Ejecutiva que se ocupará de dirigir la UGT durante los próximos cuatro años. Y por lo que parece, se olvidan inmediatamente de los acuerdos que acaban de adoptar, ya que la mayor parte de los que forman la directiva elegida, sobrepasa con creces el número de mandatos sucesivos, fijados previamente en dicho Congreso. Cándido Méndez, por ejemplo, es elegido por sexta vez consecutiva como responsable máximo del sindicato de la UGT.

Entre el 10 y el 13 de abril, era francamente irrespirable el ambiente en el número 25 de la Avenida de América, sede actual del sindicato socialista. Y es que todos los allí reunidos, y muy especialmente los aspirantes a formar parte de los distintos órganos confederales, atufaban todos ellos  a naftalina o al alcanfor utilizado por la abuela. Y el que más apestaba era precisamente el propio Cándido Méndez, que viene practicando impunemente un rancio caciquismo sindical, desde su cargo de secretario general de la UGT, nada menos que desde el año 1994. Y, ¡faltaría mas!, como hubiera hecho Felipito Tacatún, volvió a decir “yo sigo”.

Cándido Méndez nació en Badajoz en enero de 1952 y se afilió al PSOE y a la UGT en el año 1970. Su ascenso en la estructura sindical fue meteórico. En 1978 fue elegido secretario de Acción Reivindicativa de la Comisión Ejecutiva Provincial, pasando a ocupar la Secretaría General de la UGT-Jaén en 1980 y secretario general de la UGT-Andalucía en 1986. Ocupó este cargo hasta que, en 1994 sustituyó a Nicolás Redondo en la Secretaría General de la UGT a nivel nacional. Fue también diputado por el PSOE en el Parlamento Nacional entre 1980 y 1986 y parlamentario en la Cámara de Andalucía entre 1986 y 1987.

La manera de actuar sindicalmente del actual secretario general de la UGT y la de sus más directos colaboradores, es plenamente coincidente con la del sindicato amarillo o vertical, al que no se cansan de denostar. Y es normal que sea así, ya que fue en la Organización Sindical Española de la Falange, donde muchos de ellos dieron sus primeros pasos y algunos llegaron incluso a ser miembros aventajados. No les falta nada más que participar en alguna exhibición majestuosa como las que celebraban  entonces todos los 1 de mayo en el estadio Santiago Bernabéu.


No hay duda de que Cándido Méndez es un personaje típico del pasado, incapaz de mirar al futuro y que se ampara intencionadamente en un grupo afín y trasnochado para mantenerse en el candelero. Al igual que ha hecho otras veces, organizó cuidadosamente este Congreso para imposibilitar la competencia de alguna otra candidatura. De este modo, aunque acababan de limitar a tres los mandatos para ocupar cargos en la UGT, aseguraba su elección como secretario general por otros cuatro años. Su discurso de clausura, en consecuencia, está lleno de tópicos y de lugares comunes. Comenzó su perorata añorando los años 30, cantando las excelencias de la II República Española y criticando duramente a Franco. Menos mal que obvió la caída del zar Nicolás II y la creación en Rusia del Estado Socialista por parte de Lenin.

Está visto que este inmarcesible secretario general de la UGT ha hecho del sindicalismo su carrera profesional. Y ¡que carrera!  Pero no puede centrar su discurso en el mundo laboral y en lo que de verdad interesa a los que trabajan, porque Cándido Méndez no sabe prácticamente lo que es trabajar. Y es que, si ahora tiene 61 años y con 25 era ya liberado de la UGT, son muy pocos los años que ha podido dedicar a un trabajo por cuenta ajena, ya que algún año tuvo que dedicar al estudio para conseguir el título de ingeniero técnico, especializado en la rama química metalúrgica.

De ahí que se esforzara en refrescarnos las batallitas de la II República y, faltaría más, la dichosa Memoria Histórica. Pasó por alto, eso sí, la Revolución de 1934, que si bien en la mayor parte de España no fue más que un movimiento huelguístico revolucionario, en Cataluña y sobre todo en Asturias  tuvo un desarrollo extremadamente grave. Toda una rebelión que fue cuidadosamente preparada y alentada principalmente por dirigentes tan importantes del PSOE y de la UGT como Largo Caballero e Indalecio Prieto. Quizás haya sido este el motivo de su silencio al respecto.

Para el secretario general de la UGT, "No hubo ninguna revolución, salvo la educativa”, que sirvió nada menos  que para crear "27.000 escuelas",  que sirvieron para poner fin a "la ignorancia impuesta al pueblo español". Y es que para la UGT, según Cándido Méndez, la Educación era "la piedra angular de la estrategia republicana". En el bando nacional ocurría todo lo contrario. Según indica en su llamativo discurso, "los facciosos no esperaron siquiera al final de la guerra", y ya  desde 1936 "depuraban y perseguían a los maestros y maestras republicanas". El incombustible dirigente máximo del sindicato de la UGT, nos demuestra palpablemente que confunde de manera irremediable educación con adoctrinamiento.

Una vez cerrado el tema de la revolución educativa de la II República, auspiciada por la UGT, desentierra el hacha de guerra,  y saca  nuevamente a colación la mal llamada Memoria Histórica. Olvida Cándido Méndez, siguiendo, eso sí, el ejemplo de José Luis Rodríguez Zapatero, que no hay memoria histórica, y menos aún revestida con ese  carácter colectivo que le quieren dar. La memoria siempre es individual e inevitablemente subjetiva. Y la historia transciende siempre a cualquier tipo de memoria individual, para basarse exclusivamente en los datos empíricos que hayan sobrevivido al pasado.

A Zapatero nunca le interesó hacer una revisión exhaustiva de lo sucedido en nuestra Guerra Civil. Lo que buscaba era simplemente borrar una parte de nuestra historia o imponer al menos una versión interesada de la misma.  Y ahora el líder de la UGT recoge sin complejos ese testigo y en tono autoritario nos dice que "quién crea que todo lo relacionado con la Memoria Histórica y la reparación de las heridas es sólo recuerdos de viejos caducos se equivoca". Y acto seguido se regodea contándonos la exhumación de una fosa común y repitiendo la frase que soltó una chica al destapar el ataúd de su bisabuelo: “ni olvido, ni perdono”.

Después vendría su crítica despiadada al capitalismo y a los empresarios, a los que acusó de aprovecharse impunemente del pacto salarial al que llegaron la CEOE y los sindicatos a principios del año 2012, lo que termina irremediablemente  en  una caída notable del poder adquisitivo de los trabajadores. Y es precisamente Cándido Méndez, que lleva años viviendo como un consumado capitalista, el que se lamenta de que el capitalismo sea algo real y no un fantasma del pasado. 

Según Cándido Méndez, la UGT no tiene culpa alguna de esta situación de emergencia en que nos encontramos. Eso es culpa del capitalismo, de esa minoría irresponsable que no padece la crisis, pero se aprovecha de ella. Los sindicatos, dice, formamos parte de esa gran mayoría que padece sus efectos. Y se trata, según dice, de un capitalismo extremadamente agresivo que creía superado, pero está ahí otra vez haciendo estragos y que “no para de arruinar países o arramblar con empleos y derechos laborales y sociales”. Pero la realidad es bastante más compleja y preocupante. Los sindicatos de clase, léase UGT y CCOO, han provocado circunstancial y lamentablemente el cierre de más empresas que los propios empresarios.

En su intencionado análisis de la situación económica y política, faltaría más, rechaza frontalmente las políticas de Mariano Rajoy y su Gobierno. Le pide que no se ampare en la herencia recibida, cambie de rumbo y ofrezca alternativas reales para salir de la crisis. Pero las más duras invectivas de su discurso tenían como destinatarios a Bruselas y a Berlín. Sus contundentes palabras eran meridianamente claras: “Las políticas impuestas por el consenso de Berlín y Bruselas ni funcionan ni funcionarán. Se frena la recuperación, el paro aumenta, entramos en recesión y la respuesta del consenso de Berlín y Bruselas es seguir aumentando la presión y los recortes”.

El renovado secretario general de la UGT dice que "estamos atrapados entre la dureza y arrogancia de Berlín, el cinismo y la contumacia de Bruselas y la resignación de Madrid", y urge acabar con esta situación. Por eso, brinda todo su apoyo y el de los sindicatos al Gobierno de Mariano Rajoy si se decide finalmente a plantar cara a las políticas impuestas desde Bruselas. Y pide “que quede claro, que la austeridad no funciona”.

Pero no es mucho lo que se puede esperar de una persona como Cándido Méndez, que reconoce abiertamente que el sindicato de la UGT necesita un cambio muy profundo y no un simple lavado de cara, pero prepara convenientemente a sus domésticos e incondicionales para continuar al frente de la organización. Piensa que es incombustible cuando, en realidad,  no es ya más que una pieza característica de museo.

Gijón, 28 de abril de 2013

José Luis Valladares Fernández

5 comentarios:

  1. Los sindicatos, tienen un "problema", son deudores del poder y han de salvar la cara ante los trabajadores... Difícil conjugación.

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  2. Buena la descripción-inventario de la vida y ascenso de Cándido Méndez, que me recuerda le escultura de un jabalí que da nombre a una lonja existente en Florencia, el Mercato de Porcellino. Por cierto que allí se establecían, con sus banquetas y bancas los banqueros del medioevo para efectuar sus transacciones, cambiar monedas, cobrar o negociar efectos de cambio librados a un uso o más, a una feria o más. Pero el banquero que no cumpliese con sus obligaciones era declarado en bancarrota. Vamos, que le rompían su banco y ya no podría practicar allí su negocios.
    Estos tampoco han cumplido con sus deberes como sindicalistas y algo habría que romperles. De todas formas, la cara de Méndez sirve para personalizar la de Porcellino, el famoso jabalí florentino.

    Un abrazo

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  3. Tan pieza de museo como nuestra estructura de Estado y nuestro Sistema Electoral, pero ahí están, conviviendo en perfecta simbiosis con una casta política, también momificada, pero resistiendose a morir.

    Los españoles parecemos condenados a no librarnos jamás de estos parásitos sin fecha de caducidad.

    Deprimente.

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  4. Perfecto resumen de lo que es la carrera de tan peculiar sujeto. Su discurso, y sus formas, siguen ancladas en el pasado... pero, y ese es uno de los grandes problemas del país, dicho discurso sigue funcionando en amplios sectores de la poblacion.
    Curiosamente, los crédulos son los mismos que proclaman una educación de calidad para el pueblo. Supongo que más que educación, lo que reclaman es más re-educación al estilo de Mao.

    Un saludo José Luís.

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