Fue Victor
Klemperer, intelectual alemán de origen judío, que sufrió en sus carnes la
brutal persecución de los nazis, el que
dijo de P. Joseph Goebbels que era "el más venenoso y mendaz de todos los
nazis". Y es que Joseph Goebbels, ministro de Propaganda de la Alemania de
Adolf Hitler, era un cínico muy peligroso que utilizó la mentira y la
manipulación como arma política para conseguir sus objetivos, y llegó a ser indudablemente
el mejor evangelista que tuvo el
nazismo.
A Joseph
Goebbels le perdía su carácter temperamental. Era tan narcisista y le gustaba tanto el protagonismo que, lleno
de astucia malsana, adoctrinó a sus subordinados con "Los 11 Principios de
la Propaganda" para confundir a sus enemigos y engañar también a sus
conciudadanos. Según sus palabras, "La propaganda debe limitarse a
un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentarlas una y
otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el
mismo concepto. Sin fisuras ni dudas". No es, pues, de extrañar, que
sea ésta su máxima preferida: “Una mentira mil veces repetida... se transforma
en verdad”.
Lo malo
es que Joseph Goebbels tiene en Cataluña discípulos muy aventajados, que manejan
a la perfección la retórica mesiánica, popularizada en la Alemania nazi por tan destacado miembro del Gobierno hitleriano.
Tanto Oriol Junqueras como Artur Mas y sus respectivas mesnadas aplican magistralmente todos y cada uno de
los Principios de Propaganda dictados por Goebbels. Unos y otros repiten
incansablemente el manoseado mantra de que «Espanya ens roba», “España nos
roba”, justificando así su deriva secesionista.
Y como
es natural, los separatistas catalanes utilizan arteramente distintas balanzas
fiscales para hacer públicas distintas listas de agravios donde aparentemente
sale siempre perjudicada Cataluña. Para dar cierta apariencia de verdad a la
acusación de que “España nos roba”, airean
casi siempre los impuestos pagados por esta Autonomía y lo que se le reintegra
posteriormente por parte del Estado. Otras veces utilizarán los kilómetros de
autopistas construidas, que en Cataluña son invariablemente de peaje mientras
que, en las demás regiones de España, no se paga nada por circular por ellas.
La estrategia
empleada por Artur Mas no deja lugar a
dudas. Busca desvergonzadamente la
manera de reavivar el sentimiento antiespañol de los catalanes, a base de insultos
y del maquillaje descarado de los distintos datos económicos. Según el presidente de la Generalitat, el
Estado no devuelve a Cataluña nada más que el alpiste de lo que aporta con sus
impuestos. Y alguno de sus secuaces ha difundido, a través de las redes
sociales, que "la España subsidiada
vive a costa de la Cataluña productiva". Y el secretario de
Organización de los convergentes, Josep Rull, se atreve a decir que esto no es
una descalificación, que semejante afirmación no es nada más que una
descripción fiel de la realidad.