En una leyenda mitológica de la
antigua Grecia, nos encontramos con las
extraordinarias hazañas de un gigante tan singular, que no encontraba
competidores entre los demás héroes de su tiempo. Se llamaba Orión y destacaba
precisamente por su fuerza y por su estatura. Había crecido tanto, que podía
vadear el mar Egeo sin que las aguas le cubrieran más arriba de los hombros. Su
intrepidez y su valentía no tenían límites cuando llevaba a cabo alguna misión
difícil. Orión era, además, un cazador tan infatigable y tan famoso, que Diana,
la diosa de la caza, lo eligió para formar parte de su séquito, distinguiéndole
continuamente con sus favores y con su protección.
Pero además de todas estas
virtudes, Orión tenía también sus defectos. Era muy fanfarrón y extremadamente
vanidoso. Un día, al finalizar brillantemente una de sus cacerías, mientras sus
amigos le colmaban de elogios, él se jactaba de sus extraordinarias gestas y
proezas. Decía muy ufano que no había monstruo alguno, ni en la selva, ni en el
monte y ni en el desierto, al que él no pudiera vencer con suma facilidad. Ni
siquiera los tigres más furiosos, ni las panteras, ni los leones más fieros y
poderosos le metían miedo alguno. Todas estas bravuconadas incomodaron
seriamente a la Madre Tierra, porque pensaba que el Gigante Orión la estaba
desafiando. Y decide castigar su irrespetuoso atrevimiento, enviándole un
simple escorpión que le pica causándole
la muerte.
Los sindicatos de clase UGT y CC OO
llevan años comportándose como el mítico Orión. Cada vez que sus responsables abren
la boca es para vanagloriarse de sus actuaciones y para pregonar pública y
desvergonzadamente que, sin ellos, los trabajadores serían auténticos esclavos
de los poderosos, que estarían trabajando de sol a sol por un salario de
miseria y sin opción alguna al más mínimo estado de bienestar social y material.
Se presentan como los auténticos redentores de la clase trabajadora. Todo lo
que tienen hoy día los que trabajan, se lo deben precisamente a la UGT y a CC
OO.
Y al menos hoy, la realidad es completamente diferente a como
nos la pintan los que viven de esas siglas. En realidad, les preocupan muy poco
los trabajadores. Más bien los utilizan como simple coartada y los pastorean interesadamente
para mantener su privilegiado status actual y, por qué no, para mejorarlo si se
presenta la ocasión. Y con todo descaro, dejan en la estacada a los parados.
Como no aportan ningún beneficio, no quieren saber nada de los que se han
quedado sin trabajo, y menos aún si ven que ya no tienen posibilidad real alguna de conseguir un empleo.