sábado, 26 de septiembre de 2015

LA DERIVA DE PEDRO SÁNCHEZ

Tal como se cuenta en una vieja parábola budista, un antiguo rey del norte de la India reunió a unos cuantos ciegos que desconocían totalmente lo que era un elefante. Y a medida que iban llegando al patio del palacio real, se les hacía tocar, a cada uno, una parte distinta del cuerpo del paquidermo y se les decía: esto es un elefante. Uno tocó la cabeza, otro la trompa, el siguiente el colmillo, después una oreja, una pata  y así sucesivamente hasta completar la anatomía del elefante.

Cuando todos los ciegos habían tocado ya la parte asignada del cuerpo del animal, el rey les pidió que le explicaran detalladamente qué era para ellos un elefante. Los ciegos no se ponían de acuerdo y cada uno de ellos daba una definición diferente. Comenzaron a discutir tan acaloradamente que terminaron peleándose entre sí, para regocijo del rey, que buscaba este tipo de entretenimiento.

Según la tradición, el propio Buda utilizaba este cuento para describir las luchas sectarias de aquella época arcaica, poniendo a los contendientes cara a cara con sus propias contradicciones. Y terminaba la parábola comparando a los ciegos con unos predicadores ignorantes que, sin ver ni percibir lo que les rodea, se empeñan en mantener firmemente sus particulares puntos de vista. Su ignorancia, que es mayúscula, les lleva a protagonizar ásperos enfrentamientos entre sí, y no hay manera de hacerles renunciar voluntariamente, a ninguno de ellos, a su verdad particular.

Y nuestros políticos, sobre todo si son jóvenes y de izquierdas, son relativistas convencidos y se comportan frecuentemente como esos ciegos de la parábola budista. No hay más verdad que la suya. Y si por casualidad consiguen el liderato de su partido, tratarán de imponer su verdad particular a todos los demás mortales y, cómo no, relativizar los valores morales. Cuando se vota, las papeletas que se introducen en las urnas, lo mismo valen para elegir a las personas que nos gobiernan, que para determinar lo que es y lo que no es la verdad

Para todos los políticos de izquierdas, tanto si son socialistas como si son comunistas, y para los de la derecha  que han perdido el oremus,  el hombre es un poco la medida de todas las cosas y, por consiguiente,  todos los puntos de vista son igualmente válidos. De ahí que, para esas gentes, la verdad sea siempre relativa a los individuos y la ética tenga invariablemente ese carácter autónomo y situacional. Lo real carece de una base permanente y estable y es validado exclusivamente, en un contexto determinado, por  la subjetividad de cada individuo. Esto significa que ni la verdad es objetiva, ni las normas morales son  absolutas y universalmente válidas, ya que pueden cambiar si cambia su situación concreta.

miércoles, 16 de septiembre de 2015

LA FAMILIA ES LA FAMILIA

La crisis económica que padecimos, agravada considerablemente  por el endiosamiento absurdo de José Luis Rodríguez Zapatero, ha multiplicado en España los chanchullos y los casos escandalosos de corrupción política. Los distintos medios de comunicación nos siguen sorprendiendo aún con continuas noticias deprimentes  que nos hacen dudar de la honorabilidad de nuestra clase política. Y  los responsables de los partidos políticos tradicionales no han sabido cortar a tiempo y con contundencia las distintas prácticas abusivas que, de vez en cuando, protagonizan algunos militantes desaprensivos suyos.

Y ante el continuo incremento de los escándalos de corrupción, los dos grandes partidos han reaccionado siempre con excesiva timidez y pasividad. Y esto ha dado alas al populismo ultra que padecemos. Podemos ha sabido utilizar adecuadamente el descontento popular provocado por la crisis económica, los recortes indiscriminados y los interminables casos de corrupción para hacerse con unos apoyos impensables en cualquier otra circunstancia. Son muchos los españoles embaucados por Pablo Iglesias Turrión. Los sedujo, claro está,  a base de demagogia y de caradura, y esperaban vanamente que Podemos acometiera, por fin, el deseado proceso de regeneración.

Para empezar, ni Podemos, ni ninguna de sus otras marcas blancas, pueden presumir de una honestidad que no tienen. Casi nada más inscribirse como partido político, apareció en la prensa el primer escándalo, protagonizado por Ïñigo Errejón, número dos de Podemos. Errejón, que se desgañitaba acusando públicamente a “la casta” de haberse atrincherado en la instituciones culturales españolas, firmó un contrato con la Universidad de Málaga que le reportaba 1.825 euros mensuales y que le obligaba a permanecer 40 horas semanales en la Universidad. Cobraba, eso sí, el dinero pactado, pero sin cumplir el horario previsto en el contrato. Y como tenía otros ingresos, incumplía también la ley de incompatibilidades.

El mismo Pablo Iglesias, que se arroga la misión adecentar el sistema político español, tendría que comenzar explicando, entre otras cosas, cómo se financia Podemos. De momento sabemos que la productora de Pablo Iglesias, Con Mano Izquierda, se registró como una simple entidad sin ánimo de lucro. Pero, como era previsible, Con Mano Izquierda, realizaba operaciones comerciales que proporcionaban pingües beneficios. Más aún, Pablo Iglesias es acusado formalmente  por Enrique Ribóo de cobrar dinero en negro.

martes, 8 de septiembre de 2015

ESTAMOS DONDE ESTÁBAMOS

Un antiguo mercader inglés, sir Thomas Gresham, que trabajó  en su momento para el rey Eduardo VI de Inglaterra, había observado que, en todas sus transacciones comerciales, la gente prefería utilizar siempre la moneda más débil como medio de pago y guardarse la que fuera de un metal más valioso, o tuviera mayor valor como divisa. Pero no fue hasta finales del siglo XIX, con el uso simultáneo del oro y la plata, cuando se formuló ese hecho como ley de Gresham. Pues es evidente que, siempre que coexisten dos tipos de moneda de curso legal y para el público una es “mala” y la otra “buena”, la mala desplaza siempre a la buena del mercado.

Y eso es, más o menos, lo que está ocurriendo actualmente en el PSOE por la manera de elegir a sus líderes. Han terminado implantando un sistema demasiado estrambótico para seleccionar a sus élites políticas que, como las monedas en la ley de Gresham, el político malo es normal que desplace al político bueno. Es cierto que los militantes de base tienen cada vez más peso, pero las federaciones o agrupaciones regionales siguen teniendo demasiado poder e influyen decisivamente a la hora de optar por unos cuadros dirigentes u otros. Y esto, claro está, condiciona después la actuación política del partido.

Es verdad que los socialistas nunca han dado muestras concluyentes de una sensatez política intachable. Pero ahora, con los nuevos líderes que dirigen los destinos del partido, han perdido totalmente la cordura y hasta el oremus. Los nuevos cuadros dirigentes actúan con tanta incoherencia, que hoy dicen una cosa y mañana hacen justamente la contraria. Es lo que ha hecho Pedro Sánchez, por ejemplo, con Podemos y con sus marcas blancas y, por supuesto, con los independentistas de cualquier jaez.

Al nuevo secretario general del PSOE y a los demás miembros de la actual directiva les puede el sectarismo y, para aislar al Partido Popular, son capaces de echarse en manos de sus enemigos políticos más viscerales, pactando gobiernos con los populistas más extremos y radicales y  con los separatistas. Y perjudicando gravemente los intereses vitales de la democracia y hasta de su propio partido, aspiran a encabezar una posible coalición del PSOE con cualquier activista y con todas esas otras formaciones políticas ultras y anti sistema, de la extrema izquierda española que padecemos. Y esto, aunque a corto plazo pueda colmar la ambición desmedida de Pedro Sánchez, terminará siendo catastrófico para el PSOE a medio plazo. Si no corrigen el rumbo, les ocurrirá lo mismo que a los socialistas catalanes con el tripartito y con la firma del Pacto del Tinell.