martes, 25 de octubre de 2016

EL DESCARO DE PEDRO SÁNCHEZ


En una leyenda oriental muy antigua, se cuenta que el rey de un lejano país recibió, como obsequio, un par de halcones peregrinos muy jovencitos. El rey se los entregó al maestro de cetrería para que los entrenara debidamente, y así poder cazar con ellos. Después de unos meses, el cetrero de la corte comunicó al rey, que uno de los halcones respondía perfectamente al adiestramiento, pero que el otro tenía un comportamiento muy raro, ya que no se había vuelto a mover de la rama donde lo dejó el primer día.

Con la intención de recuperar al halcón que se negaba a volar, el rey acudió confiadamente a los sanadores  y a los magos del reino, pero todo fue inútil. Nadie pudo hacer volar al ave. Ante el reiterado fracaso de sus cortesanos, acudió directamente a todos sus vasallos, ofreciendo una substanciosa recompensa al súbdito que consiguiera hacer volar a ese indócil halcón.

Al día siguiente, cuando el monarca se asomó a una ventana de palacio, y vio  al halcón volando ágilmente en sus jardines, pidió a su guardia, que trajeran inmediatamente a su presencia al autor de aquel milagro. Poco tiempo después, le presentaron a un atemorizado campesino. Y el rey le preguntó: ¿Cómo conseguiste hacer volar al halcón? ¿Acaso eres un mago? No es magia, Majestad, contestó tímidamente el campesino. Solo he cortado la rama y el halcón se dio cuenta que tenía alas  y empezó a volar.

Pasó algo muy similar con Pedro Sánchez, el díscolo secretario general del PSOE que, para llegar sí o sí a La Moncloa, ya había decidido obviar lisa y llanamente una de las líneas rojas, que le había marcado el Comité Federal. Aunque le habían prohibido estrictamente pactar el tan traído y llevado Gobierno del cambio, con quienes quieren romper España o, de alguna manera, amparan la celebración de Referéndums de Autodeterminación, tenía ya casi ultimado el acuerdo para formar ese Gobierno con los separatistas y con  Podemos y sus confluencias. Contaba, eso sí, con el apoyo unánime de los militantes de base, a los que pensaba consultar.

Para evitar la formación de un Gobierno tipo “Frakenstein”, los críticos con Sánchez, deciden cortar, de manera simbólica, la rama a la que se había cogido, presentando en Ferraz la dimisión de la mitad más uno de los miembros de la Ejecutiva Federal. Y esto llevaría, según los Estatutos del PSOE, a la extinción de ese órgano y, por consiguiente, a la caída del secretario general. Pero Pedro Sánchez, en vez de volar como hizo el halcón de la leyenda, presentando de manera inmediata su renuncia al cargo, se agarra fuertemente al árbol para seguir al frente del partido.

El todavía secretario general de los socialistas españoles, con la colaboración expresa de sus colaboradores más directos, en vez de dimitir, reúne a los supervivientes de esa desmantelada Ejecutiva Federal y la insta a que prosiga con su labor directiva. Y en esa reunión, siguiendo las instrucciones de Sánchez, se realizará formalmente la convocatoria del Comité Federal para el 1 de octubre, para que los miembros de ese máximo órgano de gobierno del partido fijen la fecha para celebrar un congreso extraordinario, con primarias incluidas donde tenga voz hasta la propia militancia.

viernes, 14 de octubre de 2016

LAS JAIMITADAS DE PEDRO SÁNCHEZ

El espectáculo dado últimamente por Pedro Sánchez, atrincherándose en Ferraz para forzar su continuidad al frente de la Secretaria General del PSOE, fue francamente lamentable y bochornoso. Jaleado por su esposa Begoña Gómez y arropado por sus acólitos más fieles, intentó utilizar a las bases del partido para sustituir la llamada democracia representativa por otra más directa y de corte asambleario. Creía que así blindaba su cargo y, por supuesto, no estaría atado con las líneas rojas impuestas por el Comité Federal y podría instaurar fácilmente un “Gobierno alternativo, transversal y de cambio” y echar a Mariano Rajoy de La Moncloa.
Es verdad que Pedro Sánchez, mientras ha estado al frente del PSOE, ha dado abundantes muestras de ir muy sobrado de arrogancia y de prepotencia, pero notablemente escaso de talento. Por eso, nada más ser elegido secretario general, comenzó a presentarse ya como el próximo presidente del Gobierno. Y al verse encumbrado, sin mayor esfuerzo,  a un puesto de tanta responsabilidad, podía haber hecho suya aquella frase  “veni, vidi, vici”, utilizada por Julio Cesar ante el Senado Romano para describir su fácil victoria sobre Farnaces II, rey del Ponto, en la batalla de Zela.
El hasta ahora líder socialista, más que por su inteligencia, destaca precisamente por su intransigencia y su tozudez. Su “¡no es no!” al Partido Popular hizo historia y sirvió para que alguien le rebautizara con el nombre de Pedronono. El defenestrado secretario general antepuso siempre sus intereses particulares, a los intereses de España y, por supuesto, a los intereses del propio Partido Socialista. Y todo, ¡vaya casualidad!, para llegar a encabezar el próximo Gobierno que estaba negociando, de espaldas al PSOE, con Podemos y con lo más granado del independentismo catalán. 
Para allanar su camino y llegar más rápidamente a La Moncloa, el visionario Sánchez traspasó todo lo que había que traspasar y algo más, haciendo un daño incalculable a su propio partido y, de rebote,  a España entera. Y todo, para satisfacer su insaciable ambición personal. Con su incomprensible comportamiento, hundió electoralmente al PSOE y lo ha dejado peligrosamente dividido. Y para dar satisfacción a su desmedido egoísmo, Pedro Sánchez se radicalizó y prescindió voluntariamente del comportamiento moderado que, desde la transición democrática, han venido practicando los distintos dirigentes de la izquierda española. Y acabó, ¡ahí es nada!, escorando intencionadamente a su partido hacia la izquierda más radical.