Fue en marzo de 1921, cuando
el 10º Congreso del PCUS prohibió taxativamente
el debate de ideas dentro del partido, exigiendo a todos sus militantes
obediencia ciega a las órdenes dictadas por la jerarquía. Y Pablo Iglesias, que acudió a Vistalegre II
con la intención de volver a reeditar los resultados de ese Congreso Soviético,
logra hacerse con el poder absoluto dentro de Podemos. Gracias al apoyo casi
unánime de las bases de Podemos, se ha hecho con el control omnímodo del
partido, arrasando prácticamente en la Secretaria General y en los demás
documentos que se votaron en la segunda Asamblea Ciudadana de Podemos.
Para forzar la situación a su
favor, Iglesias chantajea a los militantes de su partido, indicando que
abandonará hasta la Secretaria General si es derrotada su lista a la dirección, o rechazan cualquiera de sus
documentos políticos y organizativos. No
admite componendas y el ultimátum queda redactado más o menos en estos términos:
o lo gano todo o me marcho. Tenemos que reconocer que, la decisión de plantear su continuidad al frente del partido
como si se tratara realmente de un plebiscito, descolocó totalmente a sus adversarios políticos y obligó a los
afiliados a cerrar filas en torno a su postura. Y todo esto se tradujo, cómo
no, en una victoria contundente.
“Los cinco de Vistalegre”, que es como se conocía a los auténticos promotores
de Podemos, ya llegaron divididos al segundo Congreso de la formación política.
Y esa ruptura se ahondó aún más, tras los resultados de esta nueva Asamblea
Ciudadana, que legitiman a Pablo Iglesias para imponer abiertamente su propio rumbo político que, por supuesto, es mucho más radical que el protagonizado por
Iñigo Errejón. Para el reelegido líder de Podemos, tienen mucha más importancia
las algaradas y las protestas callejeras que las mismas iniciativas
parlamentarias.
Y como el mandamás de Unidos
Podemos sigue intentando tomar el cielo por asalto, necesita perentoriamente recomponer
la unidad interna del partido, para así poder ganar el futuro. Y comenzó a
preparar ese futuro, pero a su manera. Una vez concluida la Asamblea Ciudadana
de Vistalegre II, se había comprometido, es verdad, a liderar el partido con
unidad y con humildad. Pero como la unidad y la humildad son dos conceptos que
no caben en el ideario de Iglesias, se olvidó muy pronto de su promesa, e
inició inmediatamente su caza de brujas particular, eso sí, al más puro estilo
leninista o estalinista, que tanto más da.