sábado, 21 de octubre de 2017

LOS SUEÑOS DEL NACIONALISMO CATALÁN

I – Llegan los musulmanes a España  y Cataluña aún no existe








Está sobradamente demostrado que los nacionalistas catalanes están inmunizados contra el desánimo y el abatimiento. Ni la lluvia de chuzos, aunque caigan de punta, los desmoraliza. Llevan siglos buscando incansablemente en la historia los restos de la Cataluña soñada que, en otro tiempo, pudo haber sido nación libre e independiente. Y como de momento no aparecen esos supuestos despojos, terminarán viajando a Atenas para hacerse con la lámpara o candil de aceite que utilizaba Diógenes de Sinope, en su afán diario por encontrar  algún que otro hombre honesto.
Esa lámpara, es verdad, no  fue efectiva en la afanosa búsqueda de Diógenes el Cínico. Pero si los separatistas catalanes fueron capaces de dar con la incontestable filiación catalana de personajes tan destacados como Colón, Cervantes o la misma Santa Teresa de Ávila, ¿qué no harían si tuvieran  esa lámpara en sus manos? Sin esa lámpara, y aunque Cataluña siempre ha estado vinculada jurídicamente a otras entidades de mayor rango, los catalanes ya han logrado encontrar, según dicen, varios períodos históricos  en los que han sido completamente autónomos e independientes.
Sabemos que los romanos desembarcaron en Ampurias en el año 218 a.C., más que nada, para destruir la retaguardia de Aníbal y, por supuesto, para iniciar seguidamente su expansión por la península ibérica. Cuando se puso fin a la última Guerra Púnica, ya se habían apoderado de todas las posesiones que tenían los cartagineses a lo largo de la costa mediterránea. Y en el año 197 a.C., para hacer más fácil la administración, dividen todo ese territorio en dos provincias, la Hispania Citerior y la Hispania Ulterior.
 La Hispania Citerior ocupaba toda la costa oriental de España, incluyendo todo lo que hoy es Cataluña y Valencia, y llegaba hasta la ciudad de Cartago Nova, que es la actual Cartagena. Pese a la feroz resistencia que encontraban en algunos territorios, la penetración de los romanos continuó imparablemente hacia el interior, sometiendo así a todos los pueblos ibéricos. Los territorios conquistados en el centro, en el norte y en el noroeste  de la península, Cesar Augusto los agregó a la Hispania Citerior que, a partir de entonces, pasó a llamarse la Hispania Tarraconensis.

viernes, 13 de octubre de 2017

A CADA UNO LO SUYO

VII – La Guerra Civil Española 


Si nos atenemos a los hechos, tenemos que reconocer que el Ejército y una buena parte del pueblo llano, recibieron la llegada de la República con cierto recelo, porque fue instaurada de manera irregular. Pero esa prevención o desconfianza se trocó en irritación, cuando el llamado Frente Popular llega al Gobierno en febrero de 1936, valiéndose de unas elecciones claramente fraudulentas.
Y ese enfado subió aún más de tono cuando constataron que los responsables de ese Frente usaban intencionadamente el poder para transformar el Estado en un instrumento antidemocrático y sectario, para ponerlo, sin más, al servicio de la violencia y el crimen. Y si ya estaban los ánimos suficientemente caldeados,  lograron que, con el asesinato de José Calvo Sotelo, media España se levantara en armas contra esa manera pérfida de hacer política.
Con la llegada al poder del Frente Popular, cambió tanto la República, que no se parecía en nada  a la que se instauró el 14 de abril de 1931. Dejó de ser democrática y, en realidad, terminó siendo un régimen prácticamente ilegítimo. Y sus dirigentes estaban tan seguros de sí mismos, que ni se molestaban siquiera en guardar las apariencias. Retaban descaradamente a los militares que protestaban por la imprevista deriva de la República. Pensaban que, si lograban sublevarlos, acabarían fácilmente con ellos, y así podrían implantar libremente, y sin oposición alguna, la revolución soñada por la izquierda.
Como ya sabemos, el alzamiento militar que se inició el 17 de julio de 1936 en las ciudades españolas de Marruecos, llegó rápidamente a la Península. El mismo 18 de julio, el general Queipo de Llano aplastó fácilmente la resistencia obrera y sindical de Sevilla, y logró el control de tan importante plaza. Pasó lo mismo en la ciudad de Cádiz con los generales Varela y López Pinto.
Tuvo más problemas Ciriaco Cascajo Ruiz,  gobernador militar de la provincia y coronel del Regimiento de Artillería Pesada nº 1, para hacerse con el control de Córdoba. Aunque el gobernador civil, Antonio Rodríguez, estaba inicialmente dispuesto a entregar el Gobierno a los insurrectos, se vuelve atrás cuando constata la firme oposición de un grupo, entre los que estaba el alcalde de la ciudad  y el presidente de la Diputación. Tuvieron que ser los cañones del cuartel de Artillería los que acabaran finalmente con la negativa frontal de ese grupo. Granada caería dos días después.

domingo, 1 de octubre de 2017

A CADA UNO LO SUYO

VI – Estalla la Guerra Civil Española

 Como es sabido, la II República se instauró en España poco menos que a traición y sin contar con el consenso generalizado de la sociedad. Fue proclamada sin contar con la derecha, y en el contexto de las Elecciones Municipales del 12 de abril de 1931 que, para más INRI, ganaron abrumadoramente los monárquicos. Con juego sucio o sin él, es verdad, los republicanos logran hacerse con la mayor parte de las capitales de provincia, lo que fue determinante para que, el día 13, sin esperar al recuento definitivo de los votos, se echaran a la calle para organizar anticipadamente una toma simbólica de los ayuntamientos.
Y como las noticias que llegaban de las poblaciones rurales eran inquietantes para los republicanos, el comité revolucionario de estas formaciones políticas decide adelantarse sin más y, sorprendiendo a propios y extraños, el mismo día 14 por la tarde, se constituye en “Gobierno Provisional” de la República, con Niceto Alcalá-Zamora como presidente.
Los republicanos toman esta decisión, claro está, pervirtiendo gravemente la legalidad, ya que aquellas elecciones no tuvieron jamás carácter plebiscitario ni de referéndum. Fueron simplemente eso, unas elecciones municipales más. Entre los conspiradores contra el régimen monárquico hubo ciertamente gente, no mucha, adscrita a la derecha tradicional. Se trata, claro está, de personas muy concretas, que han dado ese paso por despecho o por desencanto. La derecha como tal, es cierto, ni estuvo en esa guerra, ni se contó con ella.
La izquierda española, en general, siempre ha defendido que ese cambio de régimen se realizó de una manera modélica y, por supuesto, respetando escrupulosamente la democracia, aunque sabe  perfectamente que  no fue así. No es de extrañar, por lo tanto, que la derecha se sintiera incómoda en una República que se instauró a sus espaldas y, por añadidura, de una manera francamente ilegal. Pero aun así, mantuvo un meticuloso respeto por la nueva República, mientras esta respetó, aunque con ciertos altibajos, las libertades públicas y la democracia. Y hasta los militares, en general, supieron guardar disciplinadamente las formas